Por Bárbara García Crespo en Minutouno
Sol Miranda tiene 18 años. Apenas habían pasado los primeros minutos del jueves cuando salió del cumpleaños de una amiga hacia su casa en Lugano. Eran sólo 10 cuadras. A pesar de la cercanía, no solía andar sola y por eso un amigo la acompañó algunas cuadras más.
Cuando llegó a la puerta de lo de su abuela, que vivía a la vuelta, sacó el celular y le mandó un mensaje a su mamá. “Ya estoy llegando”, le escribió. Apenas levantó la mirada del teléfono vio como un hombre se abalanzaba sobre ella. También vio un auto gris, sin cola, con vidrios polarizados y la puerta trasera abierta. El hombre la metió adentro y ella con todas sus fuerzas gritó, pataleó y hasta le apretó los testículos con la mano para que no se la lleven. Sin entender muy bien cómo, pudo salir.
Corrió y vio al auto irse en segundos que le parecieron eternos.“Pensé que no volvía. Grité de todo, hasta ´fuego´ porque me acordé que me decían que si pedía auxilio no me iban a ayudar pero si gritaba fuego me iban a escuchar”, dijo Sol a minutouno.com.
“No podía parar de gritar, sentí que me iba y fue ahí que pude apretarle los genitales y me soltó. Jamás sentí tanto miedo en mi vida”, agregó la joven de 18 años.
Desesperada, empezó a caminar. Unos vecinos que escucharon sus gritos salieron a la calle para ayudarla y la auxiliaron. “Llamaron a mi mamá y con una ambulancia del SAME me llevaron al hospital. Me revisaron y nos fuimos a la comisaría para hacer la denuncia”.
Sol fue con su mamá a la comisaría 48. A las tres de la mañana de este jueves revivió lo que le había pasado apenas unas horas atrás.Tomaron su declaración y las invitaron a retirarse.
“Mi mamá fue al otro día para averiguar si habían avanzado algo, pero no tenían ninguna noticia. Dijeron que iban a ver las cámaras de seguridad pero no sé si harán algo. Los vecinos se organizaron porque desconfían del accionar de la policía y hacen investigaciones por su cuenta”, contó la joven.
Según le dijeron hubo un caso similar el mismo miércoles a la noche con otra chica. “Una vecina le contó a mi mamá que parece que una chica del barrio también sufrió lo mismo. Habló de un auto gris. Pero el resto de los vecinos dice que es la primera vez que un auto intenta llevarse a alguien de esa forma por acá”, agregó.
Sol estudia teatro y trabaja como niñera cuidando a una bebé. Desde hace una semana ella se siente tan vulnerable como a la pequeña que cuida. No se anima a salir sola a la calle y evita salir de noche. Siente terror cada vez que ve un auto gris pasa o alguien la roza al caminar.
“Estoy aterrorizada. No puedo salir sola. Cada vez que alguien me mira o me pasa por al lado, creo que me quiere violar o que otra vez me van a querer llevar”, dijo.