Fotos Archivo de Memoria Travesti Trans de Santa Fe
Las travas ocupan una mesa larga del restorán El Ancla, un clásico del centro de Rosario de la esquina de Maipú y Mendoza. Es noviembre de 2018 y pasa apenas la medianoche. La mesa reúne a las actrices que recién salieron del estreno de la obra de teatro “Finalmente reparadas”, escrita e interpretada por travestis y trans que cuentan en primera persona sus historias como víctimas de la violencia institucional. El título de la obra hace alusión a la reparación histórica que unos meses atrás recibieron por parte del gobierno de Santa Fe cuando fueron reconocidas como presas políticas durante la última dictadura cívico militar con una pensión equivalente a dos jubilaciones mínimas y el derecho a obra social.
En la mesa también comen las travas que tuvieron que migrar a otras provincias o países, las amigas, lxs aliadxs. El bar está casi vacío y sólo se las escucha a ellas en un cotorreo alegre. Al fondo queda una sola mesa ocupada por una pareja de un hombre y una mujer de unos 40 años. Mientras las reparadas piden el postre los dos se levantan y se acercan hasta la punta de la mesa.
–Somos policías y les queremos pedir disculpas en nombre de las fuerzas de seguridad.
La pareja acaba de salir del teatro. Hasta esa noche ninguno de los dos sabía de la saña de las fuerzas de seguridad con el colectivo travesti-trans antes, durante y después de la última dictadura militar. Porque la violencia contra ellas no terminó nunca y la vuelta de la democracia no dio tregua. El freno recién llegó en 2010 cuando la Legislatura provincial derogó las contravenciones que permitían llevarlas presas bajo cualquier excusa.
Marcia Echenique y Carolina Boetti escuchan a la pareja sin poder creerlo. Se conocieron a los 15 años en un taller de teatro en plena dictadura. Se encontraron de nuevo, todavía adolescentes, en el subsuelo de la Jefatura de Policía, donde fueron víctimas de todo tipo de violaciones de derechos humanos por hacer visible su identidad sexual. Y más tarde se reencontraron en Italia cuando se exiliaron en los ochenta con una democracia que les daba la espalda. Las palabras de la pareja les llegan con la sensación rara de que todo lo que se nombra como reparación no arregla nada. Más bien, reconoce.
Entonces Marcia y Carolina se dan cuenta de que se trata de eso: de que la historia de las travas se conozca.
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En el 45º aniversario del golpe de Estado que en 1976 instaló la última dictadura cívico militar en la Argentina Marcia Echenique, Carolina Boetti y Karla Ojeda lanzaron en Rosario el Archivo de la Memoria Travesti-Trans de la provincia de Santa Fe. El proyecto busca recuperar la historia del colectivo a través de entrevistas a sobrevivientes, archivos fotográficos personales y públicos, registros hemerográficos y propuestas culturales que circulen en la ciudad y el resto de la provincia.
El Archivo funcionará dentro de la Sede de Gobierno de la provincia en Rosario, un lugar emblemático a la hora de hablar de la reconstrucción de la memoria. Fue en ese mismo edificio donde funcionó Jefatura de Policía, también conocida como El Pozo por el cual pasaron gran parte de lxs detenidxs y desaparecidxs de la ciudad.
Marcia y Carolina estuvieron detenidas ahí cuando eran adolescentes. La plaza San Martín que está enfrente, el ágora de Rosario, era un lugar prohibido por el cual no podían ni pasar. El sólo hecho de travestirse era motivo para que la Policía las llevara directo a El Pozo, donde eran sometidas a torturas y violaciones. La vuelta de la democracia no terminó con la violencia sobre sus cuerpos. La única forma de sobrevivir fue el exilio.
“Yo me fui en el 86 y Caro un poco después. Nos volvimos a encontrar en Italia, donde nos pudimos construir como personas. Cuando las cosas se calmaron un poco volvimos a nuestro país y nos encontramos con que muchas compañeras ya no estaban más. No soportaron las torturas. Lo que nos hicieron a nosotras fue un horror. Mis amigas, las que se quedaron en Argentina, no están más. Solo sobrevivimos las que nos fuimos. Por eso sentimos que tenemos una obligación moral con nuestra historia”, explica Marcia.
La idea del Archivo de Santa Fe surgió en sintonía con el Archivo de La Memoria Trans Argentino, que empezó a gestarse en 2012 y hoy tiene más de 6 mil piezas que van desde el inicio del siglo XX hasta la década de los noventa. Carolina y Marcia se capacitaron con ellas con la idea de un archivo provincial como norte.
Este año el proyecto tomó forma en la alianza con Karla Ojeda, activista de Comunidad Trans Rosario, quien con Marcia y Carolina formó un equipo que incluye a una antropóloga, un abogado, tres archivistas y dos realizadorxs audiovisuales. Se sumó la alianza con el Estado local y provincial.
“Para que haya un futuro tiene que haber una memoria”, dice Marcia y cuenta que en los meses que llevan trabajando aparecieron cosas extraordinarias. Empezaron por entrevistas que documentan en video. La primera fue con un familiar de Marisa González, una mujer trans y una vidente muy popular entre artistas de la época asesinada en la casona donde vivía en avenida Pellegrini.
También entrevistan a sobrevivientes. “Cada compañera nos trae sus fotos y archivos. Son muy emotivas las entrevistas porque hablamos de lo que nos pasó toda la vida y de las que ya no están”, explica.
Una de las investigaciones que encaran es sobre la Liga de la Decencia. “Era un grupo que en aquellos años tenía mucho poder en la ciudad formado por militares, policías, la Iglesia y la alta sociedad. Se reunían mediante invitaciones que estamos recuperando y determinaban cómo actuar con diferentes sectores de la sociedad que ellos calificaban de inmorales. Trabajan con Moralidad Pública, que era la que nos llevaba detenidas después”, explica Marcia.
Otra investigación es con el archivo de la hemeroteca de Rosario sobre cómo los medios hablaban de las travestis y trans. “La prensa se portó muy mal con nosotras, no solo nos perseguía, inculcaba la persecución. Escrachaba nuestros nombres y direcciones, las casas de nuestras familias estaban señaladas como delincuentes”.
En el camino de construcción del archivo impidieron la destrucción del lugar donde iban detenidas en la ex Jefatura. Había planificada una obra y pidieron que sea un lugar de memoria. “Queremos resignificar el dolor y transformarlo en memoria. Al inicio fui muy fuerte contar la historia propia pero tenemos una responsabilidad asumida para que estos horrores no se vuelvan a repetir”.
Reparación histórica
En mayo de 2018 pasado 19 mujeres trans y travestis de Santa Fe fueron reconocidas como víctimas de la última dictadura militar a través de una reparación histórica. Lo lograron después de presentar un recurso en la Justicia para ser consideradas como presas políticas por su identidad de género y entrar en las pensiones que establece la ley provincial 13.298 para víctimas del terrorismo de Estado. La secretaría de Derechos Humanos provincial propondrá una modificación de la ley para incorporar las violencias de género y contra el colectivo LGBTIQ. Para fines de 2019 las reparadas eran 33. Hoy son alrededor de 25. Desde el colectivo reclaman la ampliación de la pensión más allá de la dictadura y hasta 2010, cuando se derogaron los códigos contravencionales. De ampliarse podría beneficiar a más de 200 personas.
En Santa Fe la población asciende a 1.200 personas, según la Encuesta Provincial de Vulnerabilidad de la Población Trans elaborada en 2019 por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC). De acuerdo con el estudio, la violencia las acompañó toda la vida: 75 por ciento sufrió burlas, insultos, maltratos y las han llamado por el nombre o género que no es el autopercibido y el 47 fue víctima de la Policía.
El trámite de la reparación llevó a las travas a recordar las torturas que habían sufrido en sus vidas. Hasta ese momento, Marcia no sabía cuándo había caído presa por primera vez. “Fueron tantas veces y fue tanto el horror que lo borré”, recuerda. Recién cuando vio el acta policial comprobó que su primera entrada al pozo del edificio de la ex Jefatura fue en 1979. Tenía 16 años.
Cada vez que Marcia habla de la reparación histórica, se pregunta qué se reparó: “¿El daño que me hicieron a mí? ¿A mi familia? La reparación fue un reconocimiento de un grave error. Yo tenía 16 años cuando me encerraron y me tiraron en un calabozo con todos los presos varones. Una pensión no arregla todo lo que nos hicieron ni todas las compañeras que quedaron en el camino. Pero sí fue la posibilidad del reencuentro entre nosotras, de emocionarnos y de crear a partir de ahí. Por eso es tan importante el archivo. Porque conocer la historia te da una perspectiva de lo que pasamos”.
Ese ejercicio de memoria movió colectiva movió todas las estanterías. Un día la activista trans y entonces funcionaria Pamela Rocci invitó a cenar a las reparadas y les preguntó si se animaban a hacer una obra de teatro contando sus historias. Cinco dijeron que sí. Entre todas armaron los textos y recorrieron la provincia y el país.
A nivel nacional se han elaborado distintas propuestas para reconocer a las personas trans víctimas de la violencia policial. En noviembre de 2017 organizaciones de diversidad sexual presentaron un proyecto en el Senado de la Nación para crear una pensión para víctimas trans de las fuerzas de seguridad durante y después de la dictadura. La iniciativa fue conocida como “Reconocer es reparar” y fue la segunda de este tipo que entró al Congreso.
La anterior quedó frenada en la comisión de Seguridad Interior. En ese entonces estimaron que unas 300 personas trans podían recibir la pensión.