Eric Pascottini viajaba cada tres meses a Buenos Aires a visitar a su familia. Hacía un año y medio que se había mudado con su amigo Nicolás Tverdovsky a la ciudad cordobesa de Capilla del Monte. El viaje en micro del 3 de octubre fue diferente. Eric volvía a la casa de su mamá porque su abuela había fallecido pero nunca llegó a destino. A la altura de la localidad de Toledo, un gendarme subió al colectivo con un perro y le pidió al joven que mostrase lo que llevaba en la mochila: le encontraron unas semillas de cannabis y quedó detenido. Él y su compañero utilizaban la marihuana para hacer derivados de la planta y regalarselos a gente enferma. Ahora están los dos presos.
Nicolás supo lo que le pasó a su amigo y lo esperó en la casa. Cuando le tocaron la puerta, no era Eric sino la policía con una orden de allanamiento. Los agentes secuestraron cinco plantas de marihuana, frascos con flores y lo detuvieron. Días después, los familiares de los jóvenes fueron a la vivienda y vieron cómo la Federal había roto todos los vidrios y muebles del lugar. También, denunciaron que se habían llevado instrumentos musicales.
Eric y Nicolás quedaron detenidos con prisión preventiva el 5 de octubre en la Unidad 9 de Córdoba. Veinte días después los trasladaron a la cárcel de Cruz del Eje, les cortaron las rastas y los raparon. Los encerraron por pedido del fiscal y están acusados de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. “Si fueran narcotraficantes, Eric no hubiese tomado un micro con semillas encima y Nicolás no lo hubiera esperado tan tranquilo en su casa”, dijo a Cosecha Roja Elvira, la mamá de Eric.
Ellos usaban sus plantas y otros elementos para hacer cremas y aceites que repartían gratuitamente a gente que conocían. Empezaron a fabricar productos luego de asistir a las marchas por la legalización de la droga. Escucharon los problemas que el cannabis podría sanar y conocieron personas que necesitaba de la planta para curar sus enfermedades. Los jóvenes vivían de hacer changas, cocinar y vender en la calle o de algún trabajo de jardinería. Para viajar siempre los ayudaba un hermano o un tío. “Lo único que hicieron fue ayudar a gente que lo necesitaba. Siguen detenidos porque son pobres”, contó Elvira.
“La represión social a personas que cultivan cannabis medicinal o que tienen marihuana para su consumo se está recrudeciendo”, explicó a Cosecha Roja el editor de la revista THC Sebastián Basalo. El periodista agregó que el gobierno criminaliza a los cultivadores y recordó lo que dijo Enrique Thomas, el secretario de Articulación Legislativa del ministerio de Seguridad, a las madres de la organización Mamá Cultiva: “De ningún modo vamos a permitir el autocultivo de cannabis medicinal porque estamos en una lucha cuerpo a cuerpo contra los narcos”.
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Una semana atrás, se aprobaron tres dictámenes sobre legalización del cannabis medicinal que van a ser debatidos en la cámara de Diputados en los próximos días: el de mayoría- firmado por Cambiemos y el Frente Renovador- propone que las personas importen un producto natural a base de cannabis que sirve para paliar sólo el 20 por ciento de casos de epilepsia y un 1 por ciento de enfermedades que trata la marihuana. Además, quienes lo necesiten van a tener que someterse a un estudio que realiza el Estado y no se sabe qué variedades de cepa del cannabis se van a otorgar.
El proyecto de minoría- propuesto por el Frente Para la Victoria y los partidos de izquierda- sugiere la creación de un registro nacional de usuarios con fines médicos que serían inscritos en el Ministerio de Salud. También plantea la producción en laboratorios de productos derivados del cannabis. Y el tercero – presentado por Felipe Solá- le agrega al proyecto del oficialismo una cláusula que despenaliza el autocultivo hasta que se empiecen a realizar los estudios.
“Ya hubo algunos diputados que criticaron el dictamen de mayoría debido a que continúa criminalizando al autocultivo y eso desencadena que la gente necesitada del cannabis se vuelque a la clandestinidad. El consumidor puede seguir siendo sancionado con 15 años de prisión”, concluyó Basalo.
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Cuando se enteraron de la detención de Eric y Nicolás, la ONG Cannabicultores Necochea-Quequén envió un escrito a la Justicia para reclamar por su libertad. “Así como cultivan sus alimentos, también cultivan cannabis para consumo personal y en solidaridad con usuarios medicinales. Ellos ayudan a paliar sus dolores, sin pedir nada a cambio. Son dos jóvenes humildes, viven de changas y cultivan su propia huerta. Desarrollan tales actividades en el ámbito de su privacidad, libertad y autodeterminación personal, sin afectar de ninguna forma derechos de terceros y amparados en el buen entendimiento de la Constitución Nacional”, escribieron.
La foto que publicaron medios locales sobre el caso muestra a uno de los chicos en el momento en que lo detuvieron. Se lo ve encapuchado y esposado al lado de un policía que lleva casco y apoya la mano en su arma. Cannabicultores difundió imágenes de la vivienda de los jóvenes. “¿Quién puede creer que un grupo de narcotraficantes vivan en esta humildad?”, se preguntaron desde la organización.
Durante el 2014 y 2015 en Argentina se secuestraron 25.211 plantas de marihuana en nombre de la lucha contra el narcotráfico. Las historias que recopiló Cosecha Roja muestran lo contrario, la criminalización del autocultivo como en el caso de Eric y Nicolás.
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