El fuego es la parte visible del ecocidio, pero por debajo el daño retumba: arden las capas de tierra y desaparece lo orgánico, sean raíces, animales que hibernan o minerales. Francisco Pucheta vive en Córdoba, donde ya se perdieron 48.410 hectáreas desde enero, y todos los días sale a rescatar árboles autóctonos que guarda en su patio para cuando el fuego termine. Es la contracara de las manos que destruyen en busca de allanar el terreno para negocios agroganaderos e inmobiliarios.
Francisco es uno de los 5.700 que integran el grupo cordobés “Reforestación con Nativas”, donde se pasan trucos para que la germinación y transplante sea exitoso: lijar algunas de las semillas, hacer que primero crezcan protegidas de los cambios del clima y ponerlas en macetas pequeñas que ayuden sus primeros brotes.
“Me agoté de ver todo el tiempo publicaciones tristes y con odio sobre el fuego, sobre quienes lo originan, y quise generar algo diferente”, dice Francisco, que vive en San Antonio de Arredondo, una de las zonas más devastadas por el fuego que se inició en Carlos Paz y cruzó las sierras. “Nos intercambiamos semillas y todo lo que ayude a que los plantines sobrevivan una vez que los llevamos a la tierra. Si cada uno hace un poco podemos generar que las sierras vuelvan a tener verde”.
Según el reporte de hoy del Informe Nacional del Fuego “el 95% de los incendios forestales son producidos por intervenciones humanas”, lo que se suma a “factores climáticos como la falta de precipitaciones, las temperaturas elevadas, el bajo porcentaje de humedad, las heladas constantes y los vientos fuertes inciden en su propagación”.
El fin de semana las llamas se combinaron con las corrientes de aire y en la localidad de Arroyito hubo un “tornado de fuego” que ahuyentó a los bomberos que estaban trabajando porque era impredecible. Los focos que todavía no pueden contenerse están en La Cumbre y Alta Gracia.
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“El suelo queda expuesto y entre el viento y la lluvia, cuando algún día llegue, se pierde la capa fértil”, dice a Cosecha Roja Juan Pablo Argañaraz, ecólogo y doctor en biología. “Se afecta la disponibilidad de recursos incluso para los animales que pudieron sobrevivir, ya que los que que comen hojas, flores y semillas no van a tener qué comer ni dónde refugiarse”.
Los incendios en Córdoba no son nuevos, ya que el bosque chaqueño serrano tiene muchas especies que son propensas al fuego cuando les cae un rayo. Entre 1999 y 2017 se quemaron más de 700 mil hectáreas en las sierras cordobesas: una superficie equivalente a 12 ciudades de Córdoba, dato que surge de un relevamiento de investigadorxs del Instituto Gulich (Universidad Nacional de Córdoba – Conae) a partir de imágenes satelitales.
Lo que se combinó este año fue el clima seco con los incendios producidos por la mano humana.
La temperatura que va tomando el suelo en profundidad depende de la intensidad del fuego, de la carga de combustible vegetal, de la duración del incendio y de la humedad retenida.
Según el Instituto Nacional del Fuego las alteraciones biológicas se inician a un rango de 40-70ºC con la degradación de las proteínas y la muerte de los tejidos. La muerte de las semillas puede ocurrir en un rango de 70-90ºC, dependiendo del tipo de organismos. La muerte de microorganismos ocurre a temperaturas entre 50-120ºC, siendo los hongos menos resistentes que las bacterias.
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Los microorganismos facilitan el ingreso de nutrientes a las plantas y están involucrados en la sustentabilidad de un suelo en términos de almacenamiento, ciclado de nutrientes y procesos biogeoquímicos de un ecosistema. Un suelo quemado se parece a un techo con membrana: puede impermeabilizar y alterar los ciclos del agua que se vinculan a la vida.
Para Argañaraz, que investiga en el Conicet y es parte del Instituto Gulich, el daño de los incendios se retroalimenta: “Si bien la vegetación tiene capacidad de recuperación, después que un bosque se ve afectado por el fuego vuelven plantas de tipo arbustivo o pastizal. Esa vegetación es más inflamable y genera que las zonas que se quemaron queden más susceptibles de quemarse otra vez”.
Un “diablo de fuego” en las sierras cordobesas. Foto: Charly Soto. pic.twitter.com/2H51ji2SY3
— Agustina (@sosagustina) September 25, 2020
Un grupo de activistas por la ecología generó una petición en apoyo al proyecto de ley de prohibición de cambio de uso de suelo en zonas incendiadas y la suspensión de desmontes, presentado en la legislatura cordobesa por Soledad Diaz García.
Piden que se declare “zonas de protección y remediación ambiental a todo territorio alcanzado por las quemas e incendios durante los últimos 5 años” y se “prohíba modificaciones en el uso y destino que las superficies poseían con anterioridad al incendio, de acuerdo a las categorías de conservación asignadas por el ordenamiento territorial de los bosques nativos”.
El sentido del proyecto es desalentar los incendios intencionales que buscan convertir las sierras cordobesas en un territorio de explotación agroganadera e inmobiliaria.