Cosecha Roja.-
La muerte de Alberto Nisman abrió las puertas de un mundo que siempre estuvo ahí: “Es un cenicero de personajes oscuros que parecen salidos de una novela berreta, de una trama en la que no hay hombres comunes”, dijo a Cosecha Roja el periodista Ricardo Ragendorfer. Un fiscal muerto, un colaborador que le presta un arma, custodios oficiales que tardan en denunciar y un ex jefe de la Secretaría de Inteligencia son los protagonistas de una historia que tiene capítulos anteriores “más sangrientos” y un inicio: la voladura de la AMIA en 1994. “El atentado dejó al descubierto una trama que, tras 21 años y una investigación inconclusa, se recicla en este episodio”, agregó.
Lo de Nisman es, por ahora, una muerte dudosa. La Justicia debe determinar cómo fue. “Todo indica que habría sido un suicidio: la distancia del disparo, que no haya otros rastros de ADN en la escena y el cuerpo de Nisman trabando la puerta del baño”, dijo Ragendorfer. Para el periodista ese es el dato que vuelve casi imposible la hipótesis de un crimen: es muy difícil que alguien haya podido matarlo, apoyar el cadáver, cerrar la puerta con la presión del cuerpo y salir. Eso podría pasar en una ficción como la de El misterio del cuarto amarillo, un relato en el que el asesinato sucede en una habitación cerrada.
De comprobarse el suicidio, los investigadores deberán despejar la hipótesis de la inducción. Según Ragendorfer es clave diferenciar entre inducir -cuando alguien o algo lanza a una persona hacia esa drástica determinación- e instigar -obligar a otro a suicidarse a través de un argumento o amenaza-. La primera opción es posible: “Nisman tenía que fundamentar una denuncia ante un auditorio hostil, aparentemente se le cayeron dos testigos de valía a último momento, el ex director de la Interpol declaró que el Gobierno argentino jamás amagó con levantar la alerta roja y el juez Rodolfo Canicoba Corral lo desacreditó con datos precisos. Todo esto configuraba una situación bastante adversa para el fiscal”, dijo. “Lo endeble del documento, sin ningún peso jurídico, se convirtió el elemento más fuerte para su propia muerte”, agregó.
La hipótesis de la ‘instigación’ es difícil de concretar y “no ocurre desde la Antigua Grecia”. Para el periodista, “cuando alguien busca eliminar a una persona lo mata, no le pide que haga ese trabajo por él”. Básicamente, por una razón práctica: en el tiempo entre que lo convence y que la persona decide suicidarse, todo puede cambiar. La víctima puede matar al instigador. O puede salir a la luz la amenaza.
Esta mañana se hizo una nueva inspección ocular en el departamento de las Torres Le Parc que duró cuatro horas. La había pedido Sandra Arroyo Salgado, la ex mujer del fiscal, jueza y querellante en la causa en representación de sus hijas. El objetivo era que los peritos de parte pudieran levantar muestras. Daniel Salcedo -experto de la querella- informó a los medios que hicieron un reconocimiento del terreno y tomaron medidas de prueba, fotografías y filmaciones. “Encontramos algunas evidencias físicas que no habían sido tenidas en cuenta y que todavía no podemos divulgar”, dijo. Ragendorfer explicó que la función de los peritos es “entrar en puja con los de la otra parte o los de la Justicia”.
La muerte de Nisman ocupó la agenda periodística del último mes. “La presión mediática es contraproducente en cualquier investigación”, dijo el periodista. Lo que la Justicia podrá determinar es si fue o no un suicidio pero nunca el por qué: “No se puede entrar en la cabeza de un tipo que tomó esa determinación, no se le puede pedir declaración testimonial desde el cielo o el infierno”, dijo. No es tarea del Poder Judicial responder a las especulaciones alrededor de la muerte del fiscal. El periodista opinó: “Algún día los medios le van a preguntar a un fiscal de instrucción si dios existe o no”.
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