Cosecha Roja.-
La Policía encontró un cuerpo cerca de las diez y media de la noche en una terraza de una casa deshabitada en el barrio Ludueña de Rosario: era de un niño de 12 años que fue acribillado a balazos. Tenía un disparo en el ojo izquierdo y dos en la pierna. Los investigadores creen que era un soldadito y que la casa funcionaba como un búnker de venta de drogas. Los pibes que mueren son siempre el último eslabón de la cadena del narcotráfico.
El niño estaba en la terraza cuando recibió los disparos. ¿Era un soldadito? ¿Fue un ajuste de cuentas entre bandas narco del barrio del noroeste de Rosario? Todo eso intentan establecer los investigadores. La fiscal a cargo del caso -Marisol Fabbro- dijo a medios locales que las ventanas y puertas de la propiedad estaban soldadas y que había un colchón y un brasero. Además contó que aunque no encontraron droga los vecinos sostienen que en el local de Magallanes entre Einstein y Ghandi, se comercializaba. “El chico estaba ahí, como se denomina en la jerga, como un soldadito. Estaba custodiando el lugar”, dijo Fabbro. Indicó que fue baleado “a corta distancia” y que, probablemente, hayan sido desde la vereda.
La Policía Científica secuestró dos vainas calibre 22, un bidón con nafta y una botella tipo molotov. El cuerpo fue trasladado al Instituto Médico Legal de la Unidad Regional II de Rosario para realizar la autopsia.
Cuando el padre del niño fue a reconocer el cuerpo dijo no saber qué hacía su hijo ahí. La familia vino de Chaco y viven a 10 cuadras del lugar en donde murió. El niño solía dormir en lo de su tía materna y se escapaba a menudo. Los vecinos tienen miedo a denunciar.
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En marzo de este año David y otros treinta compañeros tenían planeado reabrir el búnker recuperado en Villa Banana. Iban a retomar las actividades del centro comunitario “Comunidad Rebelde” después del asesinato en febrero de Javier Barquilla, hermano de una militante. Pero esa madrugada, David caminaba cerca de la canchita de fútbol cuando pasaron dos hombres en una moto y uno de ellos disparó. Le dio en el cuello y la bala se alojó atrás del tórax. “El ataque no es casualidad, se meten dentro de las casas de los vecinos, amedrentan, amenazan y se llevan vidas impunemente. Operan bajo la lógica del miedo y el terror, como en todo Rosario”, dijo a Cosecha Roja Carolina Vicente, de Comunidad Rebelde.
En abril mataron a un militante social en Villa La Lata, un asentamiento de seis manzanas en Rosario. Ahí creció, tuvo dos hijos y militó Cristian Aquino. El 2 de abril en la madrugada lo mataron de dos balazos por la espalda en el mismo barrio. No se sabe qué pasó: la versión que circula es que discutió con unos pibes y que uno de ellos disparó pero sus amigos desconfían. “Nos resulta muy raro que lo hayan asesinado en una zona donde lo conocían todos”, dijo a Cosecha Roja Rubén, compañero de militancia. Un centenar de organizaciones sociales marcharon frente a los Tribunales provinciales y la gobernación.
El desembarco de los gendarmes fue el resultado del fracaso de la política de seguridad de la Provincia. En Rosario, la tasa de homicidio aumentó de 13 a 21 cada cien mil en los últimos tres años. En marzo de 2013 detuvieron al Jefe de Policía provincial -Hugo Tognoli- acusado en una causa por tráfico de drogas y en octubre balearon la casa del gobernador Antonio Bonfatti. Además, la intervención de la División Judiciales de la policía agudizó la disputa entre bandas narco. El informe “Desembarco verde” de la cátedra de Criminología de la UNR analizó el impacto del operativo en la vida de los vecinos. “Tienen una mira telescópica que puede ver si están robando o algo y que le avisan a las camionetas que están patrullando”, dijo uno de los jóvenes.
Respecto a la comercialización de drogas, en el informe mencionan que hubo allanamientos -algunos frustrados y otros exitosos- y que eso trajo dificultades para “comprar faso o merca después de la ocupación”. Los puntos de venta siguen estando pero redujeron la oferta: “Por un lado a través del acotamiento del funcionamiento a determinada franja horaria. Por otro lado, a través de la reducción de la venta a determinado círculo de personas. Por ejemplo, uno de los jóvenes contó que ‘el búnker de ahora abre solo de noche, y el otro día había una cola de una cuadra para comprar’”, escribieron en el estudio. También apareció una nueva modalidad: el delivery. Alguien quiere droga, manda un sms, aparece una moto con una mochila, le entrega y se va.
La periodista Silvina Tamous escribió en Cosecha Roja: “Rosario es la segunda ciudad más grande de Argentina. Tiene 1,2 millones de habitantes y una tasa de homicidios que cuatriplica la media nacional. El narcotráfico no es suficiente para explicar esa cifra: sólo el 16 por ciento de los asesinatos están vinculados a la disputa por la venta de drogas. De uno y otro lado del gatillo están los jóvenes de barrios humildes, sin acceso a la educación y con trabajos precarizados. Aunque en la última década la ciudad creció por el impulso de la siembra de soja y la construcción de edificios lujosos, los pibes sólo pueden aspirar a ser albañiles o jardineros. Algunos se alistan como policías o gendarmes. Muchos se niegan a seguir ese camino o lo combinan con el delito, una forma de vida más rentable pero más directa hacia la muerte”
Foto: El ciudadano
[Publicado el 12/6/2015]
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