Para llegar a Buenos Aires, Mademba Leye viajó 40 días. Salió de Thies, su pueblo natal, hace dos años. Allá trabajaba en agricultura, como la mayoría de sus amigos y familiares. Producían maní, zanahoria, papa. Fue a la escuela hasta los 8 años, estudiar y trabajar en el campo es casi imposible, por eso sólo habla wolof, la lengua milenaria más hablada en Senegal.
Con 28 años Mademba se subió a un avión en Dakar, la capital de su país. De ahí fue a España, de España a Ecuador. Quince días después viajó a Perú escondido en la cajuela de un colectivo. En Perú esperó seis días el traslado a Brasil. Durante esa semana dos de sus compañeros de viaje fueron asesinados después de un intento de robo. De Brasil pasó a Buenos Aires. Como muchos otros migrantes senegaleses Mademba pidió ayuda a varias familias amigas y juntó los 8500 dolares que cuesta el viaje desde Senegal a Argentina. Algunos venden todas sus cosas para juntar la plata. Con esa suma, un “agente de viaje” consigue los pasajes y gestiona el traslado desde África a Sudamérica.
“Por cada senegalés que vemos en Argentina podemos estar casi seguros de que en el camino murió por lo menos uno, y otros han quedado atascado en otros países por “problemas” con su agente de viaje. Por lo general la paga se va efectuando a medida que se va concretando cada tramo del viaje, una vez en Argentina la suma total ya está en manos de quien los sacó del país”, le explicó a Cosecha Roja Nicolás Caropresi, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, que están acompañando a los vendedores ambulantes senegaleses para garantizar su derecho al trabajo. Para empezar, buscan ayudarlos a regularizar su documentación y enseñarles español, para que puedan defenderse y conozcan sus derechos como trabajadores y migrantes.
Ahora Mademba vive en Congreso, donde comparte un departamento con otros diez compatriotas. Ahí comen todos juntos una vez al día. El resto de la rutina se va en dormir y trabajar para juntar los 2500 pesos que les sale a cada uno la habitación, otro poco para mandarle a su mujer y su hijo en Senegal. Lo que queda lo usa para reponer mercadería. Trabaja en Constitución vendiendo relojes y anteojos de sol. Ahí estaba el 29 de septiembre a las seis de la tarde cuando un operativo de la Policía de la Ciudad le cayó encima en la esquina de Lima y Brasil. En el acta se lo imputó de infringir el artículo 83 del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires, referido al uso indebido del espacio público. Le pusieron una medida cautelar y le secuestraron la mercadería.
La audiencia en el Juzgado número 3 del fuero Contravencional, Penal y de Faltas del Poder Judicial de la ciudad fue ayer, 12 de octubre, Día de la Diversidad Cultural. Al edificio de la calle Tacuarí, Madambe fue con otros vendedores que, como él, se están organizando en la CTEP. Su abogada, Gabriela Carpinetti, pidió la nulidad del procedimiento, que devuelvan la mercadería secuestrada y que cese “la persecución racista que se está llevando contra la comunidad senegalesa que trabaja en la vía pública”.
“Le pedimos al Poder Judicial que garantice la presencia de traductores senegaleses al momento de los procedimientos contravencionales de este tipo y que se le notifique a la Organización Internacional de las Migraciones la situación que está atravesando la comunidad senegalesa que vive en Buenos Aires. Ninguna de estas peticiones fueron recogidas por la jueza Claudia Cavaliere, que decidió que siga adelante el procedimiento”, le dijo Carpinetti a Cosecha Roja.
La defensa de Mademba entiende que la acusación contra él es nula por varios motivos. Por un lado, porque los artículos 22 y 23 de la Ley de Procedimiento Contravencional indican que es causal de nulidad la aprehensión de un extranjero que no pudo comprender los motivos del procedimiento. En Argentina no hay consulado ni misión diplomática senegalesa, por lo que no tienen a nadie que los asista durante los procedimientos policiales.
El otro argumento de la defensa para pedir la nulidad es que Mademba vende en la calle para sobrevivir, por lo que se encuadra en las excepciones que el artículo 83 establece en su segundo párrafo, donde dice que “no constituye contravención la venta ambulatoria en la vía pública o en transportes públicos de baratijas o artículos similares, artesanías y, en general, la venta de mera subsistencia que no impliquen una competencia desleal efectiva para con el comercio establecido”.
Carpinetti cita como antecedente el caso de Ousseynou Khoule, que estaba vendiendo jeans en la calle en Constitución cuando fue detenido por la Policía Metropolitana. Khoule vive en Buenos Aires hace 8 meses y que tampoco habla español, por lo que nunca entendió qué le decían los policías. Ni siquiera pudo decirles dónde vive. En ese caso, el juez Pablo Casas concedió la nulidad y ordenó que le devolvieran la mercadería.
“Es importante saber a quién están imputando: es una persona que tiene un conjunto de condiciones de vulnerabilidad que hace que sea desproporcionada la persecución penal que está llevándose a cabo en su contra. Mademba hace 15 días que no puede trabajar y si no puede trabajar no puede subsistir”, explica la abogada.
Caropresi, del MTE, dice que la Dirección General de Ordenamiento del Espacio Público está “tan obsesionada por limpiar las calles de la ciudad, que no propone otra cosa que la persecución”. “Como no conocen nuestra legislación y no manejan el idioma, las autoridades y las fuerzas de seguridad hacen lo que quieren con ellos, les roban la mercadería, los detienen, les secuestran sus cosas aunque no estén trabajando en ese momento, les arman causas, los acusan de resistencia a la autoridad, todo sin que entiendan una palabra de qué se les está acusando”, enumera Caropresi.
Mademba tiene ganas de volver a Senegal. Extraña a su mujer y a su hijo, que hoy viven con su hermano. Su mamá murió hace unos años, su papá cuando él ya estaba en Buenos Aires. Sin plata, sin documentos, sin nadie que arme el viaje de regreso, la vuelta es por ahora una posibilidad remota, casi imposible.