Sebastián Ortega – Cosecha Roja.-
Desde el sábado por la madrugada Saladillo ya no es lo que era. Agustina, de 14 años, fue violada y golpeada hasta dejarla inconsciente. Hoy, la chica está en terapia intensiva en un hospital de La Plata. Sigue en estado de shock: si escucha una voz de hombre entra en pánico. Si reconoce a algún familiar, se les tira encima y llora. La ciudad que la vio nacer se dividió en dos. De un lado quedaron los que piden justicia por la nena; del otro, quienes reclaman la liberación del único detenido, un joven de 23 años acusado de atacar a la chica por venganza. Ambos bandos acusan al fiscal y reclaman su renuncia.
Saladillo es una pequeña ciudad en medio de la pampa húmeda. Está atravesada por la ruta nacional 205, que la divide en dos. De un lado están la plaza, la iglesia, el municipio, la comisaría, algunos edificios bajos y calles asfaltadas. Del otro hay calles de tierra, casas con paredes sin revoque y no más que unos pocos negocios.
Esa frontera de asfalto parece dividir los ánimos. El lunes y martes, cientos de vecinos se reunieron en la plaza central frente al Municipio y la fiscalía para pedir Justicia por Agustina. Ayer, del otro lado de la ruta unas cincuenta personas cortaron la 205 para exigir la liberación de Eduardo “Pato” Morales, el único detenido en la causa.
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El viernes a la tarde, Agustina estuvo con algunas amigas y después fue para la casa de su hermana Ruth.
-Mandale un mensaje a mami y decile que voy para allá- le dijo antes de irse.
Eran las diez menos cuarto. Agustina salió con una amiga. Recién se supo de ella cerca de las 2.30 de la madrugada.
El parque República de Italia está al final de la Avenida Moreno. De día, es el centro de diversión de decenas de chicos. Los fines de semana a la noche, en medio de la oscuridad, grupos de jóvenes suelen juntarse a tomar y fumar. A veces se pasan del otro lado del alambrado, junto a las vías del Ferrocarril Roca. Esa noche, un grupo de pibes que pasaba por el parque escuchó unos gemidos. Al acercarse vieron a una chica tirada en el suelo. Estaba desnuda de la cintura para abajo.
Un agente de tránsito frenó su auto al escuchar los gritos. “Se notaba que la cara la tenía golpeada, tenía mucha tierra en la zona nasal y en la zona de la boca. El inspector de tránsito se sacó la campera y la tapó hasta que llegó la ambulancia”, dijo el jefe de Tránsito de Saladillo a un medio local.
Un rato antes, cerca de las 2 de la mañana, Carlos y Mónica, los dueños del kiosco “El Parque”, -a unos 20 metros de donde apareció la chica-, fueron a ver al sereno del ferrocarril para retirar una encomienda. Antes de irse, pasaron por el kiosco para chequear que todo estuviera en orden. “No notamos nada raro. La chica debe haber estado ahí y no nos dimos cuenta”, dijo Carlos.
“Yo escuché gritos nada más, golpes no”, contó una vecina que vive frente al parque. “La chica pedía auxilio. Después escuché muchas voces de chicos y una voz de una mujer. Como que ella incitaba a los muchachos, parecía que le gustaba lo que le estaban haciendo”, relató.
Anoche, la mujer estaba en su casa, clavada frente al televisor. Ya no quería hablar con la prensa.
-Ella dijo lo que tenía que decir-dijo su marido-Ahora está medicada. Quedó traumada por lo que vio.
En Saladillo, la noticia corrió de boca en boca. Al poco tiempo, un canal de noticias de Buenos Aires estaba en el lugar transmitiendo en vivo. El lunes a la tarde, unas 250 personas fueron hasta la fiscalía para pedir el esclarecimiento del caso. Temiendo una pueblada, la comisaría pidió refuerzos a Tandil, Azul y Olavarría. Al día siguiente, los vecinos repitieron la convocatoria. Esta vez, cerca de 500 vecinos llegaron hasta la plaza principal. “Fueron movilizaciones pacificas”, explicó el comisario Pablo Gallo a Cosecha Roja.
El martes fueron demorados cuatro jóvenes. Más tarde el fiscal ordenó liberar a tres de ellos. El cuarto, Eduardo “Pato” Morales, de 23 años, fue trasladado a la vecina localidad de 25 de Mayo. Se espera que hoy sea indagado por el fiscal.
Ayer, la madre de la nena contó que su hija abrió los ojos por primera vez desde el ataque. Por la noche, una de las hermanas contó que Agustina fue pasada nuevamente a terapia intensiva.
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Saladillo tiene casi 30 mil habitantes y vida de pueblo. Recién después de las cinco de la tarde reabren los comercios y las calles vuelven a tener algo de ritmo. A esa hora, ayer, amigos y familiares del joven detenido cortaron la ruta 205. “No nos vamos a mover de acá hasta que venga alguien de la Justicia a darnos una explicación”, reclamó uno de sus amigos. “Nosotros también queremos justicia para Agustina, pero queremos que agarren al violador. Pato es inocente”, dijo otro.
Durante el corte, varios jóvenes recordaron el caso de un chico de Saladillo que fue acusado de violación y se contagió HIV en la cárcel. Poco antes de morir, la justicia lo declaró inocente.
Pato tiene 23 años y es albañil. A veces trabaja en una verdulería del barrio. Uno de sus 11 hermanos falleció hace poco en un accidente mientras entrenaba caballos. Otros dos quedaron discapacitados de la misma manera. Hasta su detención, el joven vivía solo en el barrio “La 31”, del otro lado de la ruta. Hasta ese lugar llegó el sábado su novia con Agustina. Según los amigos de Pato, ahí se despidieron y Agustina volvió caminando sola. A la hermana de la nena violada no le cierra esta versión. “Yo hable con la amiga de mi hermana y se contradijo varias veces”, contó Ruth. “Primero dijo que caminaron juntas unas cuadras, después dijo que fueron hasta la casa del novio”.
La familia de Agustina cree que fue una venganza. Unos días atrás, Marcos Gorosito, de 22 años, se ahorcó en su casa. El joven era amigo de Pato Morales y salía desde septiembre con Agustina.
“Desde un primer momento se dijo que el chico se suicidó por culpa de mi hermana. Pero no tenían una relación seria, por más que hubieran discutido o separado, tendría que estar muy loco para suicidarse por una chica de catorce años”, dijo Ruth.
A pesar de estar en veredas opuestas, los vecinos que fueron a las marchas por Agustina y los que cortaron la ruta tienen un punto en común: piden que se vaya el fiscal Alberto Sarramone. “Desde que llegó, nunca se esclareció un caso”, dijeron dos chicas de este lado de la ruta.
Se referían a dos episodios anteriores. El primero ocurrió en mayo de este año. A las 6.30 de la mañana, cerca de la Iglesia, frente a la plaza principal. Una chica fue golpeada y quedó en el piso inconsciente. Oscar Meritens, padre de la víctima, denunció que el fiscal le dijo que a su hija la habían golpeado porque él era narcotraficante. A los pocos días, Meritens convocó a una manifestación frente a la fiscalía.
El 16 de septiembre a las 6.30 de la mañana, la empleada municipal Fernanda Aguilera volvía a su casa del boliche. Cuando estaba por entrar, un hombre la agarró de atrás, le tapó la boca, la tiró al piso y la golpeó. Le partió el maxilar y le desfiguró la cara. Hoy, varias cirugías estéticas después, todavía le cuesta masticar. “Se dijo que había sido una violación, pero a mí solamente me robaron” contó la chica a Cosecha Roja. “El fiscal no investigó nada”, reclamó uno de sus familiares.
Ayer, el fiscal Alberto Sarramone dijo que la única hipótesis que investiga es la de un “psicópata serial” y recomendó a las mujeres que no salgan solas a las cuatro de la mañana. “Tengo tres hechos iguales. En este año tengo tres golpizas a mujeres solas, en la cabeza y del mismo tipo”, declaró en conferencia de prensa, refiriéndose a Meritens y Aguilera. La familia de Agustina y varios policías consultados por Cosecha Roja descartaron esta versión.
“El fiscal se fue de boca” dijo uno de los uniformados, “en ninguno de los casos anteriores hubo violación”.
En el corte de ruta, los amigos de Pato Morales dijeron que el detenido es un “perejil”. “Acá hubo muchos casos y el fiscal nunca hizo nada, no hubo ningún detenido. Todo quedó en la nada”, reclamó uno de ellos. “Nunca detuvieron a nadie. Ahora capaz que agarran a un perejil y lo hacen cargo de todos los hechos”, se quejó un vecino que no estuvo en las marchas ni en el corte de ruta.
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