El Tribuno
“Finalmente puede decirse que no se muestra como niña, sino que se ubica más bien en un lugar de mujer, mostrando un cuerpo desarrollado que puede llegar a ser objeto de deseo”. Esta increíble caracterización de una chiquita de nueve años apareció consignada en un informe enviado a la Fiscalía Correccional Nº 7 por el Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF), con la firma de su directora, Gabriela Buabse. La historia había comenzado el 13 octubre de 2011 cuando un padre, en representación de su hija de 9 años, denunció al propietario del transporte escolar que la llevaba al colegio porque, dijo, luego de retirarla le pidió a la menor que se siente a su lado, “la tomó de la mano y le pidió que se parara y al hacerlo le tocó la cola, las piernas y los pechos”. Agregó que, “en otras oportunidades, el chofer intentó besarla en la boca”.
El 15 de octubre de 2011, otra persona en representación de su hija de 10 años, también denunció al chofer del transporte, porque “hacia pasar a la niña al asiento de adelante, le agarraba la mano y le tocaba la pierna izquierda”. Sostuvo que la chiquita le sacaba la mano, “pero que el hombre insistía y volvía a manosearla”. Además solicitó que se arbitren los medios, “para que a ese sujeto se le impida pasar por mi domicilio, porque cada vez que lo hace, se ríe en la cara de la niña o de la persona que la esté acompañando”.
El 15 de marzo de 2012, la fiscal María Gabriela González, luego de que los padres de las menores ratificaran sus denuncias en sede judicial, formuló la acusación correspondiente contra el propietario del transporte escolar por abuso sexual simple (dos hechos), por considerar que se habían reunido los elementos de convicción suficiente para impulsarla y solicitó al juez Correccional y de Garantías que se tenga por requerido el juicio oral y público contra el imputado.
Además pidió, entre otras medidas, que “en el marco de lo previsto en el artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño, se practique por intermedio del Servicio de Psicología del Poder Judicial, la reconstrucción del hecho vivido por las menores, a través de Cámara Gesell”.
Interviene el CIF
Si hubieran intervenido los psicólogos y psiquiatras del Poder Judicial, como lo pidió la fiscal González, el CIF se hubiera ahorrado el escándalo que recorre ahora los pasillos de Tribunales, no solo por la metodología utilizada por ese organismo, violatoria de los protocolos aceptados internacionalmente para investigar los abusos sexuales sufridos por niños, niñas y adolescentes, sino también porque la llevaron adelante personas que carecen del título habilitante para hacerlo.
Es que el CIF encargó a dos de sus empleados, a quienes otorga la calidad de “investigadores” (sic), la delicada tarea de entrevistar a las víctimas, a sus compañeritas y a sus padres, para esclarecer las denuncias de abuso sexual contra el chofer del transporte escolar. Y emprendieron la tarea con la audacia que les otorgaba su ignorancia sobre las técnicas que utilizan los psicólogos y psiquiatras, despreocupados también por las garantías contempladas en la Convención Internacional de los Derechos del Niño y desconociendo que a las chiquitas solo podían tomarles testimonio en presencia de un asesor de menores, en Cámara Gesell y con todos los recaudos que contempla la ley.
Así, con entusiasmo amateur, el 16 de marzo entrevistaron, entre otras, a la menor MC, de ocho años, que les contó -y lo consigna Buabse en su informe- que (L) el chofer del transporte “es buenito”. En la misma fecha consignaron también la opinión de la niña MAB, de siete años, quien dijo que nunca (L) la tocó, que “solo le acarició la cabeza”. Dijo también que le decía “muchas cosas lindas, por ejemplo, mi reina, mi corazón”. Que cada vez que bajaba del transporte “le daba un abrazo”. También entrevistaron a la menor NV, de siete años, quien dijo que “cuando iba en el transporte (L) era buenito con ella y le decía cosas lindas, como mi vida, mi corazón y le hacía cariño en la cabeza”. También entrevistaron a NRAZ, de diez años, quien contó que “(L) es buenito y la hace reír. Que tiene conocimiento de la denuncia que le hicieron, pero que ella no lo cree capaz de tocar o manosear a alguna nenita”.
Entrevistaron también a una auxiliar, la Sra. PN, quien sostuvo que dejó de trabajar con (L) porque era “muy confianzudo y baboso”. Que “le hizo varias propuestas indecentes, como por ejemplo ir a hoteles alojamiento”.
Con rigor científico, el informe elevado por Buabse concluye que, “de la investigación efectuada y analizado el contenido del presente informe, se advierte claramente que (L) tiene buen concepto por parte de la mayoría de los entrevistados”. Y agrega que “por otra parte y siguiendo el análisis de las menores entrevistadas, se pudo observar que con las que tuvo conflicto (L) son de una fisonomía diferente a las demás niñas, presentan una contextura más desarrollada que las demás”. Buabse afirma que la chiquita de nueve años, una de las dos víctimas, “se muestra como una niña extrovertida y desenvuelta” y “relata los hechos sin mostrar signos de angustia… ni sentimientos de culpa”. Además como lo consignamos al inicio de la nota, la abogada y sus dos investigadores, no dudan al decir que “no se muestra como una niña, sino que se ubica más bien en un lugar de mujer, mostrando un cuerpo desarrollado que puede ser objeto de deseo”.
Gabriela Buabse está propuesta como fiscal penal por el gobernador Juan Manuel Urtubey.
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