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Madonna publicó una foto con su hija mayor Lourdes León en Instagram. “¡Estamos listas para vos, 2018!”, escribió debajo junto a emojis de bailarinas de vestidos rojos. La cantante está tomando con sus manos la cara de su hija, tiene un guante de encaje negro y anillos. Lourdes está apoyada sobre su madre y sonríe con los brazos extendidos que la abrazan. Se le ven las axilas. En una, los pelos.

La foto tiene más de 420 mil me gusta y 22 mil comentarios. La mayoría son emoticones de corazones y aplausos. Pero también hay caras verdes de vómito y frases que repiten “asco” en varios idiomas. Miles de medios del mundo se hicieron eco. En los títulos dicen: polémica, controversia, blooper, peluda.

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Lourdes tiene 21 años. Le dicen Lola. Hasta hace unos meses estudiaba artes estéticas en la Universidad de Michigan. Antes, trabajó en campañas publicitarias. Para quienes siguen las noticias de su vida o la de su mamá los pelos en la axila no son noticia. No deberían serlo para nadie.

En junio del año pasado Madonna publicó una foto de ella con los brazos en alto mostrando pelos y un mensaje de apoyo por los insultos que recibía en redes: “#CorazónRebelde las reacciones lol”, escribió aquella vez. En varias revistas internacionales agregan su nombre a la -no tan corta- lista de famosas que se suman al movimiento “Sobaquember”, como llaman el no depilarse.

“Pelo sí o no” no es un debate nuevo. En las piernas, las axilas, la “línea de bikini” -como la apodan los artículos de moda-. Quizá una de las imágenes más icónicas es la de la diva Sophia Loren, a finales de los 50. Aunque era otro contexto.

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Los medios hablan de la “controversia” que armó con “el apoyo a la decisión de su hija”. ¿Qué intentan decir? ¿Las axilas de una mujer pueden generar polémica? ¿No es el machismo y la imposición de ciertas prácticas sobre nuestros cuerpos que logran generar tanto rechazo y violencia?

Esta semana el intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, dijo: “Vamos a mandar a alguna chica bonita a convencer a empresarios para que vengan a invertir”. Los medios también decidieron titular con “polémica”. Esta vez no era una foto sino una frase. La opinión misógina de Facundo Arana sobre la denuncia por acoso que hizo Calu Rivero y luego sobre la maternidad como única forma de realización de Isabel Macedo también fue ‘polémica’ para los medios, a pesar de que el actor tuvo que salir a pedir disculpas. El mismo acusado por ese abuso estaba ‘envuelto en una polémica’ según los titulares.

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En octubre la modelo sueca Arvida Bystrom posó para la campaña publicitaria de Adidas Originals con las piernas peludas. En el video tiene una remera de plush rosa y arriba un vestido de raso blanco como de dama antigua. En los pies medias rosa claro y las zapatillas con las clásicas tres tiras blancas. Habla sobre la feminidad. La reacción fue desmedida: la insultaron y amenazaron con violarla.

“Mi imagen de Adidas originals recibió una gran cantidad de horrendos comentarios. Yo, teniendo este cuerpo blanco, cuya única característica que los incomoda es que tengo pelos en las piernas. Literalmente, recibí amenazas de violación en mi correo y por mensajes privados”, escribió.

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La primera vez que me depilé tenía 10 años, estaba en quinto grado de la primaria. Hacía más de un año que mis compañeros me llamaban mono titi porque era baja, morocha y tenía pelos en brazos y piernas. Mi mamá no quería que me depile, pero lloré varias veces hasta que aceptó hacerlo con una gillete. Le pareció menos violento que llenarme de cera caliente y tironear como lo había hecho mi abuela con ella sobre la mesa del living cuando tenía 11 años. A los 12 me pasé la gillete tres veces en la pierna izquierda porque tenía pelos encarnados que no salían. Me abrí la rodilla. Todavía tengo la cicatriz.

A los 15 años mi mamá me dijo que para mi cumpleaños podía tener lo que quisiera: pedí una computadora de escritorio para poder instalar el juego Sims y una depiladora NONO!. Era de la primeras láser para el hogar que traían al país y prometía una depilación definitiva. Empecé el tratamiento sola. Me quemé los tobillos. Me asusté tanto que la tiré en el ropero y no la volví a usar. En el tobillo derecho no me volvieron a crecer pelos. Tengo en cambio otra cicatriz.

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Hace un año decidí dejar de depilarme las piernas. Fue en invierno. Muchas veces había dicho que me depilaba porque era lo más cómodo e higiénico. Pero cuando escuché esas ideas calcadas repetidas en varias mujeres me hizo ruido. ¿Ponerme un pantalón obligada los días de calor porque no llegué a la depiladora es comodidad? ¿Soñar con tener dinero y ganas de gastarlo en depilaciones definitivas es lo higiénico?

Lo primero que me preguntó una amiga cuando vio mis piernas fue sobre el deseo. “¿A tu novio no le molesta?”, dijo. La verdad, no lo habíamos hablado. Volví a mi casa pensando en eso y le conté a D. Nos reímos mucho por lo insólito: él nunca me preguntó cómo podía afectar nuestra relación los pelos de su barba. Después grabé un boomerang de mi boca y lo subí a mis redes. Escribí “deseo”. Seguía intacto.

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Tengo una prima de 16 años. Todavía está en el secundario. Hace unos meses se tiñó todos los pelos de rosa. Compartió el paso por paso en Instagram. Primero la cabeza, después las axilas. Hace unos días se rapó. También subió el paso a paso: el pelo al ras, lleno de glitter de colores. Las dos veces la criticaron. Ella se limitó a decir: “cumpliendo mi lista de feminista”. Para ella la belleza es eso: si quiere se depila y si no quiere, no. Y en el camino, nos festejamos.