En la cárcel tuvo una conducta ejemplar. Después de pasar once años preso por descuartizar y quemar a su novia, Pablo Cuchán quedó en libertad condicional al haber cumplido dos tercios de la condena.
—Mi deuda, entre comillas, ya la pagué. Sale un Pablo distinto. Maduré y crecí— dijo a los medios al salir.
El fin de semana, Cuchán tuvo un accidente de tránsito mientras manejaba alcoholizado. Una mujer que iba con él contó que había intentado abusar de ella, que la agarró del cuello y que se tuvo que tirar del auto. Hoy Cuchán volvió a la cárcel. Se entregó esta mañana en los tribunales de Bahía Blanca después de que los jueces consideraran que violó los términos de la libertad condicional. Ahora deberá terminar de cumplir su condena hasta 2021.
A Cuchán le decían “el Loco”: cuando algo se le metía en la cabeza, era imposible frenarlo. Trabajaba en la ferretería naval de su padre en Ingeniero White. Comenzó a ver a Luciana Moretti a escondidas. Él tenía 25 años; ella 15. La buscaba en auto por la esquina de la casa y la llevaba al colegio. La familia de ella lo conocía pero no sabía de la relación. “Tenía la mirada de un asesino”, contó la mamá.
El 16 de octubre de 2004 a las 6.30 de la mañana Luciana llamó a su mamá desde el teléfono de Cuchán. “Estoy con Claudia, ahora voy”, le dijo. Esa fue la última vez que hablaron.
Luciana estuvo desaparecida nueve días. Un vecino que caminaba por las vías del tren con su esposa vio un cráneo semienterrado. Un dentista confirmó que los arreglos dentales coincidían con los que le había hecho a Luciana.
A partir del registro de las llamadas que recibió la mamá de la víctima la policía allanó la casa de Cuchán y encontró cabellos y huesos enterrados en el patio de la casa. Después de matarla y descuartizarla, la había quemado con 20 litros de solvente y 10 bolsas de leña. Desperdigó los restos en su patio, en un taller de chatarra y en un descampado.
Durante el juicio, la mamá de la víctima declaró que su hija había sido amenazada. Contó que una tarde, al volver del cyber, se había encontrado en su casilla con un mensaje que decía: “te estoy siguiendo los pasos, cuidate porque de mí no te vas a burlar”.
Cuchán nunca admitió el femicidio. Dijo que ella había muerto por sobredosis de cocaína. Que tuvo miedo y no supo qué hacer con el cadáver.
Durante el juicio también declaró una ex novia de Cuchán, con la que convivió entre 2002 y 2003. Natalia Paola Barona contó que después de separarse la llamó y le dijo que se iba a suicidar. “Fui a la casa donde vivíamos y me encontré con toda la casa llena de sangre y mi perra, que yo le había dejado a él, acuchillada en la bañera”, declaró.
Cuchán recibió una pena de 17 años. Al quedar libre por cumplir dos tercios de la condena y por buena conducta se instaló en Bahía Blanca y creó un usuario en Tinder para buscar pareja.
El sábado 20 de abril Cuchán salió de una fiesta con una mujer para ir a comprar cerveza. Durante el trayecto la chica se tiró del auto. La chica denunció que él quiso abusar de ella y la agarró del cuello. Unas cuadras más adelante Cuchán chocó el auto. Cuando llegó la policía intentó escapar corriendo. Cinco veces se negó a hacerse el test de alcoholemia. Pasó el fin de semana detenido y el lunes quedó en libertad.
Esta semana los jueces del Tribunal en lo Criminal Nº 1 revocaron su libertad condicional y ordenaron su detención. Ahora Cuchán deberá cumplir lo que le queda de la condena por asesinar y descuartizar a Luciana Moretti.