La serie Floricienta volvió ayer a la tv abierta y fue el programa de más rating en Argentina. La telenovela estrenada en 2004 es una combinación de Cenicienta y la Novicia Rebelde, con Florencia Bertotti como protagonista y todos los recursos del imaginario de Cris Morena: hay huérfanxs, galanes, villanas, musicales y objetos mágicos. Sacando el análisis situado de la época en que se hizo, ahora la novela va a reencontrarse con un público diferente, al que quizá no le caigan igual de graciosas las burlas gordofóbicas, de clase y la violencia de género.
Las escenas que hoy cancelarían a Floricienta se repiten en las dos temporadas: el personaje de Ángeles Balbiani, Sofi, es maltratada por gorda, lo mismo que le pasa a Floricienta cuando se mira a un espejo que la ensancha y entra en crisis: “¡quién me va a querer así!”. También hay varones que golpean a las mujeres para que aprendan, burlas clasistas y una idea constante de damisela en peligro que aguarda que llegue quien la rescate.
Todo esto es cierto y el archivo no miente, pero también es cierto que, para quienes vieron las dos temporadas completas, algunos de estos problemas se resolvían. El tema es que “las moralejas” de Cris Morena no resisten un recorte: precisan de una visión integral y se le escapan a quien encuentra fragmentos sueltos.
“El éxito de Floricienta se explica porque apunta a varios públicos en simultáneo”, dice a Cosecha Roja Pablo Méndez Shiff, autor del libro “Cris Morena. La mujer que transformó la adolescencia argentina” (Milena Caserola). “Es una telecomedia de enredos para niños y adolescentes que incluye guiños a los adultos, por ejemplo aparece el personaje de la Coca Sarli haciendo sus habituales chistes como ´qué pretende usted de mí´. En la época en que fue hecha no había un producto que interpelara de esa manera a las familias. Quizá por eso su vuelta es tan celebrada”.
Floricienta apareció en las pantallas argentinas después del éxito en 2002 de Rebelde Way, una tira diaria que generó muchas críticas por derecha (hubo presiones del episcopado para cancelarla por su contenido sexual) y por izquierda también: ya estaban presentes los chistes a la gordura -la misma Balbiani hacía de bulímica por el trauma de la burla permanente-, había malos tratos a las mujeres y una escena muy polémica de sexo sin consentimiento.
“Cuando Cris hizo Floricienta buscó un formato que no fuera blanco de tantas críticas como lo había sido Rebelde Way. Quería que Floricienta tuviera una vida más tranquila y menos problemática en su repercusión”, dice Mendez Shiff. “Seguramente que si Floricienta se filmara hoy se haría distinto porque la televisión va cambiando junto con la sociedad. Las tramas suelen dialogar con los procesos sociales de cada momento”.
Florencia Bertotti hizo una publicación en sus redes anunciando el relanzamiento de Floricienta: “Quizás esta vez lo veas con hijos, sobrinas o nietos… Tal vez tenías 5 años y ahora con 21 te den unas ganas locas de volver a gritar las canciones corriendo por el living de tu casa Quizás te congelaste en ese casamiento en el hipódromo (como yo) pero tengas un recuerdo espectacular de esa noche…(como yo)Quizás no la hayas visto y ahora te tiente un poco…”.
Pero lo más probable es que si lo ves con tus hijxs no te la dejen pasar y les tengas que dar varias explicaciones.
Sin un análisis situado de los productos de Cris Morena cualquier espectador saldría perdiendo. Pero también saldría perdiendo si alguien lo hiciera con Cebollitas, Mi familia es un dibujo o Casados con hijos. La televisión que se piensa de manera diaria habla con un público del momento. A los programas de cocina que hoy muestran cómo se asa un pato a la naranja quizá en 10 años se les diga Adiós Para Siempre si el mundo deja de comer carnes. Los contenidos que la pandemia obliga a reciclar deben ser leídos en un tiempo y espacio específicos. ¿La audiencia se lo perdonará?