El día que el cuerpo violado y mutilado de la poeta Susana Chávez fue reconocido por su familia, el fiscal del estado de Chihuahua descartó que el crimen haya estado relacionado con sus condiciones de mujer y militante. Fue “un encuentro desafortunado”, dijo, en el cual tres jóvenes “alcoholizados y drogados” discutieron con ella y la mataron. Para el fiscal, Susana fue la mala víctima que salió a divertirse y terminó muerta.
Fue un femicidio. Pero hasta el día de hoy el gobierno de México no lo reconoció.
Susana fue asesinada el 6 de enero de 2011 por tres jóvenes de 17 años, quienes la violaron, le arrancaron una mano (para simular un crimen narco), la asfixiaron con una bolsa en la cabeza y descartaron su cuerpo. Ese año, fue la tercera militante feminista asesinada por denunciar los crímenes sistemáticos de mujeres en Ciudad Juárez. Tenía 36 años.
Había nacido el 5 de noviembre de 1974 en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua. A los 11 años empezó a escribir sus primeros poemas. Participó de diferentes encuentros de lectura y poesía.
Su pertenencia a esa ciudad mexicana -signada por una profunda violencia que se desencadenó sobre todo a partir de la década de los 90- hizo que por esos años comenzara a interesarse y movilizarse por los crímenes y desapariciones de mujeres.
La violencia y homicidios contra las mujeres era un tema que aún no se conocía por fuera de la población de Ciudad Juárez. Pero decenas de ellas comenzaban a desaparecer. Las víctimas eran sobre todo adolescentes o jóvenes de bajos recursos que trabajaban en condiciones de explotación en las maquiladoras norteamericanas ubicadas en la frontera con Estados Unidos.
Entre 1993 y 2011, el año en que mataron a Susana, hubo 700 casos de mujeres asesinadas o desaparecidas sin resolver.
Susana comenzó a trabajar en la búsqueda de justicia por estas mujeres junto a agrupaciones feministas de Ciudad Juárez.
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Con su lucha, lograron varias sentencias internacionales contra México por la falta de investigación adecuada en los femicidios.
Por ese entonces, ella conjugaba el activismo con su alma poeta. Las lecturas en voz alta de sus poemas pasaron de los círculos literarios a las marchas y manifestaciones a favor de los derechos humanos de los colectivos históricamente ninguneados: las mujeres, las prostitutas, las personas racializadas y discapacitadas.
“Que cese la espera de la eternidad cansada de esperarnos, que el silencio se vuelva transparente para que el verdadero sonido filtre por fin su alma. Que “el círculo perfecto” se vuelva luz encendida en alguien que abre una puerta. Que el golpe de mar quede en la memoria, penetrante” (Pliego Petitorio, uno de sus poemas más famosos).
Fue la creadora de la consigna “Ni una mujer menos, ni una muerta más”, que se convirtió en símbolo de la lucha contra los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez.
En 2015, cuatro años después de su femicidio, se gestaba en Buenos Aires el movimiento Ni Una Menos, que tomó su nombre de aquella frase.
La primera acción visible fue una “maratón de lectura contra el femicidio” convocada por escritoras, periodistas, artistas y activistas. Fue en la Plaza Boris Spivacow, frente a la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, y también estuvieron presentes familiares de víctimas de femicidios.
El femicidio de Chiara Páez fue el detonante de lo que vendría unos meses después, el 3 de junio de 2015: la manifestación que sólo en Buenos Aires reunió a más de 200 mil mujeres y se replicó en todas las provincias del país.
La consigna Ni Una Menos comenzó siendo un grito contra la violencia de género y los femicidios y a lo largo de los años fue transformándose y alimentándose de reclamos y reivindicaciones feministas. Y traspasó fronteras.
Susana Chávez no llegó a conocer la poderosa trascendencia trasnacional de su creación.
“A Susana la mataron como mataron a las mujeres que ella defendía”, dijo su padre en el entierro en el cementerio de Tepeyac, uno de los más antiguos de Ciudad Juárez.
Sobre su tumba, sus familiares escribieron un fragmento del poema “Sangre Nuestra”, que hizo en homenaje a las mujeres víctimas de femicidio: “Sangre mía, sangre alba, sangre de luna partida, sangre del silencio”.