En 2016 la artista y activista trava Susy Shock publicó “Crianzas. Historias para crecer en toda la diversidad”, un libro de la editorial cooperativa Muchas Nueces que recopila los relatos escritos por ella para una serie de micros radiales. Los relatos recrean escenas de la vida cotidiana en el conurbano bonaerense a partir del diálogo entre una tía travesti llamada Susy y su sobrino Uriel. Es un libro que piensa en las infancias pero también en educar a les adultes en un mundo que, en palabras de Susy Shock, va hacia la diversidad.
En una entrevista sobre el libro, Susy Shock contó que creó a la tía Susy como una versión más optimista de sí misma: “Venía pensando en las infancias, la familia y las responsabilidades paternales y maternales. Me hizo clic que cuando pensé en alguien prendiendo Radio Nacional de Salta o cualquier FM y escuchando las historias. Era la chance de llegar a otro público que no es el de nosotras. Me gustó la idea de hacer una cierta pedagogía. Traducir a gente que no entiende nuestro lenguaje o que piensa desde los prejuicios. Educar a los adultos”.
La versión sonora de Crianzas fue producida por la cooperativa de comunicación La Vaca como material de distribución libre y gratuita para cualquier radio del país. En diciembre de 2016 las 28 emisiones de tres minutos llegaron al papel de la mano de otra cooperativa, la editorial Muchas Nueces.
En el día de las infancias, desde Cosecha Roja compartimos uno de los capítulos.
Alimentos
Por Susy Shock- Editorial Muchas Nueces
Siempre que acompaño a mi sobrino Uriel a la escuela, y ahora que ya fue pasando el tiempo, y año a año se va haciendo más sencillo ser una tía más que lleva a su sobrino, y que la maestra me salude con un beso y que las otras madres también te cuenten a la hora de las minis charlas, etcétera, etcétera, empecé a quedarme un poco más en la vereda, porque una tiene esa costumbre del tiempo trava, que es llegar, hacer lo que tiene que hacer y huir rápidamente, porque siempre se supo de prestado, en casi todos lados, pero de a poco me voy quedando, y gracias a eso, conocí a una de la porteras de la escuela, una que se llama Marta y que tiene dos niños que, según me dijo la primera vez, aman a Florencia de la V. Ese solo gesto me hizo que yo le sonriera y al otro día le llevara una porción de pastel para cada uno, como gesto que abraza su otro gesto. Me contó que está separada y que el padre de los chicos, dos niñitos colorados super parecidos, es un tipo violento y que ella tiene miedo todavía, aunque el juez le dictaminó que no podía acercárseles a ningunx. Vive atemorizada, e imaginando que él va a aparecer un día y se los va a llevar. Por eso los chicos estudian a la mañana y a la tarde se quedan en la escuela hasta que a ella se le termina su horario de trabajo. “Ni loca los dejo solitos en la casa”, me dice. “Qué suerte que vos no tenés marido”, me dijo ayer, y yo la miré y le dije “¿Sabés que sí? Es una re suerte… pero tengo sobrino, y tenemos hijos, como los tuyos, a los que hay que abrazarlos en ese otro camino de ser otro tipo de varones, para que sean otro tipo de maridos. Que somos a veces, las madres y las tías las que les ponemos, pobrecitos, el chip que les exige ser de esa forma que duele, así que mañana vamos, aparte de bizcochuelo, a empezar con algo de feminismo para crianzas.
¿Qué me decís?