Cosecha Roja.-
Cuando mi hija tenía tres meses, el papá le puso un cuchillo en el cuello porque no quise tener relaciones sexuales. “Ah, ¿no querés? Entonces la mato, es mi hija y hago lo que quiero con ella”, me dijo. Lo conocí en 2010 y nunca había sido violento. No hasta que nació mi nena. Hice la denuncia pero no me separé porque creí que iba a cambiar. Un día, con ella en brazos, me pegó una trompada que me abrió el labio de lado a lado. Otra vez me fisuró las costillas. Dos años después nos separamos. Apareció varias veces en mi casa y las medidas cautelares no le importaron: yo tenía un botón antipánico y se lo llevaron tres veces. Ahora tengo miedo que mi ex mate a mi hija.
Desde hace un año está en el pabellón 12 del penal de Villa Devoto con prisión preventiva. Tenía una libertad condicional de tres y está imputado por nueve delitos en mi contra. El 21 de marzo me llamó a mi casa y me dijo que le devuelva la plata que le robé. Esa plata es la cuota alimentaria de mi hija que se le descuenta del sueldo todos los meses por orden del juez. Me amenazó con que tenía gente adentro y afuera de la cárcel. “La voy a mandar a matar porque si se muere no tengo que pagar más”, me dijo.
La semana pasada me llamaron de la fiscalía para avisarme que el martes se iba a firmar un juicio abreviado de cuatro años y seis meses de pena única para mi ex. Estoy en peligro constante con mis otros hijos porque si este abreviado se aprueba, él va a poder tener salidas transitorias. Hace quince días que vivo con miedo. Voy del colegio de mis hijos a Tribunales y de nuevo a casa. De noche nos quedamos en casa. Si necesitamos algo, tratamos de salir al día siguiente. Estoy buscando trabajo pero no puedo conseguir niñera. Nadie quiere asumir el riesgo de que le pase algo a mis hijos si están con ellos.
El custodio nos acompaña al colectivo cuando llevo a mis hijos al colegio. El papá de la mayor la lleva y vuelve con cinco amigos que caminan con ella hasta la puerta de mi casa todos los días. La hija que tuve con mi agresor hace jornada completa en el jardín, pero la saco en distintos momentos de la tarde. La directora me dijo que la podía retirar en cualquier horario pero no en el de la salida: no quiere involucrar a los otros chicos si hay problemas. Es incómodo pero para evitar que me sigan no puedo tener rutinas.
La justicia nos asignó unos policías para cuidarme pero aparecen cuando quieren. Hacen rotativas de seis horas, algunas veces vienen y otras no. Hace dos fines de semana hubo partido de fútbol en el barrio y se fueron. Ahora estoy peleando por una consigna móvil para la hija que tuve con mi ex, que es la que más está en peligro.
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Fernanda Chacón tiene 39 años, vive en Pompeya con tres de sus hijos y trabaja con víctimas de violencia de género en el grupo Cambia una lágrima por una sonrisa. La ex pareja de apellido Castro tiene una condena de tres años en prisión por violencia, lesiones leves -las piñas y patadas que le fisuraron las costillas a Fernanda-, y por violar las medidas que le prohibían acercarse a la familia.
El fiscal Ariel Yapur decidió unir la pena de tres años con los nueve delitos contra Chacón y firmar un juicio abreviado. El resultado es una pena global de 4 años y 6 meses, un año y medio más que su condena anterior. “El fiscal me dijo que no podía hacer nada porque no me presenté como querellante, pero todos los abogados a los que consulté me dijeron que no convenía interferir porque la causa iba bien”, dijo a Cosecha Roja Chacón.
“Firmé el abreviado con Castro y la condena me pareció justa por los hechos que denunció Chacón, no hubiera pedido más”, dijo a Cosecha Roja Yapur. Castro estaba con libertad condicional por robo y encubrimiento agravado cuando conoció a Fernanda. El tribunal está analizando la condena pero si se aprueba, ella no va a poder apelar el fallo. Pidió una pericia psicológica y espera que los jueces no acepten el abreviado porque tiene miedo de las salidas transitorias. Si la denuncia pasara a juicio oral, le podrían dar más de seis años.
La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) recibió la denuncia de Fernanda. El protocolo es igual para todos los casos. La denunciante cuenta la situación que vive, un grupo de psicólogos escucha y la oficina arma informe para el juez de la causa. Después de las amenazas telefónicas de su ex pareja, la OVD envió un informe de alto riesgo al juez para que investiguen los maltratos.
Tres de cada diez mujeres que sufren violencia de género en la Ciudad de Buenos Aires denunciaron que sus agresores no cumplen con las medidas de protección que les impone la Justicia para evitar que sean atacadas. Una cuarta parte de estas mujeres denunciaron nuevas agresiones. Los datos surgen del informe de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación, que brinda asesoramiento jurídico gratuito a las víctimas.
Según el informe de 2014, en casi todos los casos el agresor era pareja o ex pareja y en la mayoría tenían hijos en común. Las denuncias muestran que el maltrato alcanza a los hijos de las denunciantes. Los agresores le pegan a los hijos: ocho de cada diez mujeres afirmó que los niños presenciaban los golpes dirigidos contra ellas. Dos de cada tres denunciantes dijeron que después de separarse, la violencia aumentó.
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