Tenía 17, lo acribilló la policía y quisieron plantarle un arma

Valentino Blas Correas salió con sus amigos a un bar de los habilitados tras la cuarentena en la Ciudad de Córdoba. Cuando el auto en el que iba no paró en un control de tránsito, dos policías respondieron a balazos y lo mataron. Después inventaron un tiroteo que no existió.

Tenía 17, lo acribilló la policía y quisieron plantarle un arma

Por Cosecha Roja
07/08/2020

Cinco jóvenes iban en un Fiat Argo cuando un balazo pasó por la luneta de atrás, dejó un círculo sin astillas y le dio en la espalda a Valentino Blas Correas, de 17 años. Eran compañeros del colegio San José y habían salido a un bar de los habilitados en cuarentena. En la avenida Velez Sarfield, una de las más largas de Córdoba capital, se cruzaron un control de tránsito. 

-¡Paren! -dijo la policía. Y no pararon. 

Quizá por miedo: dicen que les habían querido robar dos en una moto y que iban rápido porque quedaron asustados. El compañero que manejaba pisó a fondo el acelerador, la policía los siguió y disparó al menos cuatro veces. Blas murió la madrugada de ayer, frente a los ojos de sus amigos.

La Jefatura policial de la provincia dio una conferencia y el comisario Alejandro Mercado dijo que “los dos policías que dispararon fueron detenidos y otros dos agentes femeninos, que integraban la patrulla involucrada, fueron separados de la fuerza de manera preventiva”.

Blas no murió en el momento. Estuvo agonizando un rato en el auto aunque tardaron en darse cuenta que tenía un balazo y por eso iba tan callado. 

-Me dispararon, pero no me duele -les había dicho, algo que no es raro en las personas que se están desangrando.

En el camino dos de los chicos se bajaron y el resto siguió hasta el sanatorio Aconcagua, donde no lo quisieron atender. De ahí fueron al Hospital de Urgencias, pero al llegar ya estaba muerto. 

blas

A la mamá de Blas le empezaron a llegar mensajes de las otras familias y se acercó a donde había quedado el auto. No pudo despedirse: “Había un cerco de 50 policías y alcancé a ver las piernas de mi hijo colgando, pero no me dejaron pasar a verlo y me mandaron a hablar con la Jefatura”, contó anoche al El 12, un canal local. 

Cuando fue a la Jefatura, le dijeron que no podían dar explicaciones, que solo estaban a disposición si quería declarar. “A mi hijo lo acribillaron y no voy a permitir que ensucien su nombre diciendo que hubo un tiroteo, si te metés con la policía en este país terminás muerto. Hasta el último día de mi vida voy a pelear para que no lo ensucien”, dijo con la voz partida por el llanto.

Desde el Ministerio Público Fiscal de Córdoba dijeron a Cosecha Roja que cada fiscalía tiene libertad en la manera de comunicar sus causas. En este caso, el secretario de la Fiscalía 1, Gabriel Prunotto, habla una vez por día. Hoy dijo que la carátula es “homicidio calificado agravado por el uso de arma de fuego” y que los policías “admitieron que efectuaron los disparos”.

Prunotto dio la versión de los policías: que un testigo les contó que desde el Fiat habían tirado una bolsa con un arma, que después encontraron en un rastrillaje. Pero todo indica que el arma fue “plantada” para justificar los disparos realizados por sus compañeros. “Hasta el momento no tenemos datos del supuesto testigo como tampoco tenemos elementos que acrediten que desde el interior del auto se hayan efectuado disparos de armas de fuego”, dijo el secretario de la fiscalía, que está a cargo de José Mana.

La familia de Blas es muy conocida y querida en la provincia. Era nieto de una gloria deportiva del Club Belgrano de Córdoba: Miguel “El Pato” Laciar, un crack de la camada del 71. La última foto que el grupo de amigos subió a Instagram fue a las ocho de la noche y se los veía felices en la primera salida después de la cuarentena.

El abogado de los Correas, Alejandro Pérez Moreno, está dedicado a custodiar los avances de la causa. Según dijo a La Voz, a esta muerte ni siquiera se le puede llamar gatillo fácil. Fue un asesinato. “En este caso, evidentemente, no hubo ningún motivo objetivo que diera a pensar que tenía que intervenir la Policía; y mucho menos para extraer el arma, disparar y matar”.