De los Tribunales a la calle. Del fallo unánime que condenó a Mariano Cordi a prisión perpetua por femicida, a las cientos de mujeres que recorrieron las calles de la ciudad para reclamar que Valeria Coppa sea la últimas víctima de la violencia machista en Bariloche.
“Ni una menos, vivas nos queremos”, gritaron las pibas desde Onelli y Brown hasta el Centro Cívico; Valeria Coppa fue asesinada por Cordi “por pretender ejercer su autonomía de determinación emocional”, dijeron los jueces en el Tribunal.
El día entrelazó emociones para los colectivos de mujeres que siguieron de cerca el juicio, y para quienes, desde temprano, se prepararon para marchar por quinto año consecutivo, bajo la consigna “Ni una menos”.
Durante los últimos meses, el sistema patriarcal, su encarnadura visible, en Bariloche, fue el rostro de Mariano Cordi, enfundando en la protección que el Estado le brindó, su casco, su chaleco antibalas, su mirada entre perdida y desafiante.
La contracara, las amigas de Valeria, su familia, las miles que aún reclaman que ejercer la “autonomía emocional” no sea causa de muerte.
Y un reclamo que no frena: que el Estado asuma la plena presencia para garantizar que eso no ocurra. Con inversión, con una declaración de Emergencia en Violencia de Género que sea el marco para una acción concreta.
Eso volvieron a pedir las cientos de mujeres que marcharon.
—¿Cientos?, en las marchas anteriores hubo miles, se ve que tan fuertes no son…
—Tranquilo machirulo, esta ola es indetenible.
“El patriarcado se va a caer, se va a caer”, cantaron en las calles de Bariloche; “la escasa tolerancia de Cordi a la frustración, su impulsividad, como características de su personalidad, determinaron su acción violenta”, dijeron en el Tribunal.
¿Cordi es sólo Cordi, o es la representación de un machismo atávico y latente?.
Hablemos de simbolismos: Valeria fue asesinada en la puerta de la Catedral, es decir de la Iglesia que condena con su lobby a puerta cerradas y con sus discursos a boca en jarro, a miles de mujeres a abortar de manera clandestina, a jugarse la vida para poder decidir sobre su cuerpo y sus vidas, a morir por intentarlo.
Ahí, justo ahí, en la puerta de la Catedral como una ensangrentada respuesta a todo lo que las mujeres han puesto sobre la agenda institucional, mediática, social.
¿El tiro de un loquito que tuvo un mal día? No, los jueces ratificaron que antes del disparo premeditado existió “hostigamiento, maltrato e insultos y toda una situación de violencia” ejercida por Cordi contra Valeria.
Algunos tramos del fallo bien podrían ser las canciones feministas del futuro.
Lo dijo la psiquiatra forense y lo ratificaron los integrantes del Tribunal: Cordi organizó el encuentro, preparó y llevó el arma, mató a Valeria y la abandonó en el lugar. La decisión de Valeria de iniciar otra relación “fue tomado como amenaza de pérdida (por Cordi), una lesión a su narcisismo”. Y más: “Entre la noción de la amenaza y el acto (el femicidio) se volvió en su omnipotencia paranoide el ejecutor de un acto extremo”.
“Lesión a su narcisismo”; “omnipotencia paranoide”. La calle le pondrá música a esos conceptos, los hará rimar con patriarcado con machismo.
Este lunes sin lluvia del otoño barilochense, en la puerta de la Catedral las mujeres pisaron el lugar donde Valeria “quedó abandonada a su suerte”, luego del tiro fatal; en los carteles prometieron no olvidarla; en los cánticos se juramentaron que sería la última.