En un estudio de televisión donde se iba a entrevistar a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo aparecieron 13 balas, algunas servidas.
Estela de Carlotto viajaba en un auto con Gabriela Islas, su ahijada, a la sede del gremio UPCN de la ciudad deLa Plata, Argentina, cuando le avisaron a su celular que en el lugar donde la iban a entrevistar habían encontrado balas desparramadas en el piso.
En ese momento, a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo se le vino a la mente aquel 20 de septiembre de 2002. Esa madrugada le balearon el frente de su casa, en el barrio platense de Tolosa, donde salvó su vida porque se encontraba en una habitación y las balas no llegaron hasta ese lugar de la casa.
Esta vez las balas estaban dispersadas por el local. No había impáctos. Sólo casquillos, algunos percutidos.La Policía Científica se las llevó como pruebas. Sumando otras balas que encontraron en el pulmón del edificio, dieron un total de 13.
La titular de Abuelas eligió creer que las balas no eran para ella y le restó importancia al asunto. Dijo que quizás se debió a que UPCN “no se adhirió al paro” del martes o que se trató de alguien “que hizo una broma de mal gusto”.
Los productores del programa de televisión y allegados al gremio le ofrecieron suspender la entrevista. Ella quiso que la grabaran. “No hay nada que temer”, dijo.
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