El Tribuno Salta.-
Los tres hombres que fueron acribillados a balazos en la Quebrada de Campo Largo, un paraje selvático situado a menos de un kilómetro de la frontera con Bolivia y a seis kilómetros de Acambuco, fueron víctimas de una emboscada bien planificada y ejecutada con rapidez y certeza por profesionales, en un ataque ocurrido el miércoles pasado entre las 10.30 y 11 de la mañana. Los cuerpos, además, tenían disparos en la frente, lo que indicaría que fueron rematados luego de ser acribillados.
Las víctimas fueron identificadas como Tomás Horacio López (25), quien recibió 8 impactos, la mayoría de ellos en la cabeza; Juan Carlos Callejas (35), quien tenía 8 balas de distinto calibre alojadas en su cuerpo y Andrés Plata, de quien solo se sabe que es un ciudadano boliviano con residencia ocasional en Aguaray. Los otros dos, de vasto prontuario y recientemente liberados tras estar detenidos por tenencia ilegal de armas de guerra y robo calificado, respectivamente, son oriundos de Salvador Mazza, con domicilio en el populoso barrio Ferroviario.
El múltiple crimen se produjo en el acceso al lecho de un río que hay que sortear a paso de hombre, y que es el paso obligado para llegar al poblado de Campo Largo. En el ingreso a ese cauce, sobre el lado izquierdo, hay un montículo de enormes piedras. Ocultos detrás de ellas, tres hombres fuertemente armados esperaron a sus víctimas y al pasar el auto, les dispararon sin contemplaciones.
En ese lugar existe una senda que es conocida por los lugareños y que conduce directamente a territorio boliviano en pocos minutos. Por eso se sospecha que un lugareño habría actuado como “entregador”.
López conducía el automóvil de su propiedad, un Fiat Uno 0 km sin patente, que recibió 35 impactos con orificios de entrada y salida. El resto de los tiros se perdió en la vegetación, pero 27 segaron la vida del trío.
En el lugar se hicieron presentes el director de Investigaciones y la jefa de la Brigada de Investigaciones 4, Lucio Tolaba y Alejandra Lobo; el titular de la Unidad Regional 4 de Tartagal, Fernando Camacho, peritos de Criminalística, bomberos y otros efectivos.
A ninguno les cabe dudas de que se trató de un ajuste de cuentas narco, perpetrado por sicarios, posiblemente bolivianos. Es que los proyectiles hallados pertenecen a armamento no usual en la Argentina: fusiles o ametralladora Uzi, AK 47 y cartuchos de escopeta del 12 y otros no identificados.
Por ello, estiman que en la emboscada participaron al menos tres hombres que luego, sin tocar nada de las pertenencias de los muertos, escaparon hacia Bolivia.
Se salvó de milagro
Poco antes del hecho, los tres hombres habían sido vistos por doña Juana, la almacenera de Acambuco, a quien le compraron cuatro cajas de vino.
En el mismo lugar, un profesor de inglés del pueblo de Campo Largo, Gustavo Gorriti, les pidió que lo llevaran, pero se arrepintió porque advirtió que estaban borrachos. Se salvó por designios de la providencia.
A 500 metros del lugar de los hechos un grupo de obreros que trabajaba en un desmonte sintió el tableteo de las ametralladoras y poco después un baquiano de apellido Ordóñez descubrió la macabra escena. El piso del vehículo donde yacían los cadáveres estaba totalmente cubierto de sangre, con una profundidad de al menos cinco centímetros.
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