Foto: Don Cheta González
La mañana del martes 15 Don Cheta González se levantó y le preguntó a Lidia, la esposa, si pensaba ir hasta el terreno para llevar a las vacas a pastar. Lidia le dijo que no: había estado descompuesta toda la noche y casi no se podía levantar. A eso de las 9, Don Cheta se puso el barbijo, subió al caballo y fue para el terreno, unas cuatro hectáreas en la localidad de El Cevilar, al este de la provincia de Tucumán.
Cuando estaba llegando, vio a Carlos Fortunato Flores, un policía retirado de la zona, y a otros dos hombres que estaban alambrando el terreno.
-Usted no puede entrar acá, no son más sus tierras -le gritó Flores.
Don Cheta no alcanzó a contestar. Flores sacó un arma y le disparó. La bala le dio en el hombro y Don Cheta cayó del caballo. Entonces Flores lo remató de dos tiros en el pecho. Don Cheta murió casi en el acto.
Juan Carlos “Don Cheta” González tenía 60 años. Había nacido y se había criado en esas mismas tierras, en la comuna de El Bracho, departamento de Cruz Alta.
Una vecina le avisó a familia que en el terreno había un hombre tirado. Luis, uno de los hijos, pensó que a su padre lo había volteado el caballo. Cuando llegó se encontró con la policía y su papá muerto. “Estaba con las manos agarrándose el pecho y con el barbijo puesto”, cuenta Lidia, la mujer de Don Cheta, a Cosecha Roja.
Flores fue a declarar a la comisaría y dijo que fue en defensa propia. La policía no encontró ningún arma en poder de Don Cheta y los peritos no encontraron otros signos de violencia en el cuerpo. “Ni un látigo tenía encima. Sólo el barbijo, que casi no se lo sacaba ni para dormir”, dice Lidia. “Uno se cuida de una cosa sin saber que el peligro está en otro lado”, se lamenta.
Flores tiene 74 años y por el asesinato de Don Cheta está con prisión preventiva en la casa de una sobrina. “Es un ex policía que venía hace muchos años con esta forma de apretar a los campesinos, campesinas y las familias que trabajan la tierra. Les alquila las tierras a terceros para que planten soja, como si fueran de él”, cuenta Lucas Tedesco, de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT).
“Exigimos al Gobierno de Tucumán que se haga justicia por nuestro compañero, no puede ser que personas vinculadas con la policía se manejen con total impunidad para robar las tierras de nuestros pequeños productores”, denunció Daniel Robles, delegado de la UTT en la provincia de Tucumán.
Don Cheta y Lidia tienen tres hijos, dos varones y una mujer. El matrimonio vivía del cultivo de la tierra, la jubilación de Lidia y la pensión de Don Cheta. En estos últimos meses, por la pandemia, no había ido a cobrarla.