Durante algunas semanas del invierno de 2011 Luciano Álvarez fue un héroe. Es que sin saber nadar, salvó a un hombre que había querido suicidarse arrojándose al río Paraná.
En ese entonces, Luciano vivía en la calle en la zona de las barrancas de avenida Francia. Y su acto heroico le valió la ayuda de muchas personas que hasta intentaron conseguirle una casa para que viva. En realidad, Luciano era de Tiro Suizo, donde lo conocían como el chico que pintaba los murales del barrio. El domingo a la tarde, mientras tomaba algo en la esquina de Corrientes y Esteban De Luca, fue asesinado por un desconocido que lo ejecutó de varios disparos. Lejos quedaba la historia del héroe que fue, y su foto en todos los diarios.
En el invierno de 2011 Luciano se fue de su casa en Tiro Suizo y se instaló en las barrancas del río Paraná, al fondo de avenida Francia. Tenía 24 años y, aprovechando los semáforos cercanos a las Torres Dolphins, vivía de limpiar vidrios y cuidar autos.
La mañana del 3 de agosto dormía en un rincón de los muelles abandonados cuando un amigo lo despertó. Había llegado un hombre de unos 40 años con el fin de suicidarse y se estaba atando una piedra a la cintura para saltar al río. Luciano se acercó e intentó persuadirlo. “Cuando me arrimé me echaba. Traté de distraerlo un poco, diciéndole que venga a charlar, que había que luchar por vivir. Pensé que lo había convencido porque se iba a sentar conmigo, pero cuando me di vuelta salió corriendo y se tiró”, contó Luciano hace cinco años.
Apenas cayó al agua, el hombre se arrepintió y pidió ayuda. “Me gritaba que quería vivir y no dudé en tirarme”. Pero Luciano no sabía nadar y sacar al hombre fue más complicado de lo que pensaba. Los dos se hundían por el peso de la piedra: “Yo me estaba ahogando con él, en un momento sentí la muerte, no daba más. Pero un chico me tiró una soga y ahí lo terminé de sacar”.
Enseguida, el nombre y la cara de Luciano aparecieron en los medios de la ciudad. El chico era el “Héroe del Paraná” y los conductores le daban propinas más grandes por cuidar sus autos. Incluso, un día después del acto heroico, una trans llamada Daiana le ofreció vivir en una casilla en el patio de su casa.
Después de los días de fama, Luciano volvió a los monoblock de Esteban de Luca y Corrientes, donde se había criado. Peleado con su mamá, se instaló en una carpa en el patio del complejo.
En su barrio
En Tiro Suizo era conocido como Calasa y como el pintor de los murales del barrio, sobre todo los de Central. “Era un pibe muy querido porque todos lo conocían pero también tenía muchas broncas, aunque ninguna tan grande como para que lo maten así. Era como muchos pibes: hacía changas de pintura y también salía a robar. Robos menores, hurtos, nunca un arma en la mano”, contó un conocedor de la zona.
El domingo a las 17.30 se sentó a tomar algo con dos vecinos en la esquina de Esteban de Luca y Corrientes. A pocos metros, la plaza con el rostro del Che estaba colmada de chicos que jugaban a la pelota. Un joven que nadie conocía llegó caminando a la esquina y sin decir una sola palabra abrió fuego contra él. Primero le dio en las piernas. Luciano intentó pararse y fue lo último que pudo hacer, antes de ser ultimado de varios disparos más. El desconocido se dio vuelta y se fue a pie, sin correr. Algunos vecinos contaron que subió a un auto que lo esperaba en Paraguay y que, momentos antes había pasado por Corrientes, como constatando la presencia de Luciano. En total, se escucharon siete tiros.
“El que lo mató actuó como un sicario. Fue directo a él y no dijo una sola palabra. Nadie se explica por qué lo mataron así. No andaba en mafias de droga ni en algo tan grande”, contaron en el barrio.
Por Arlen Buchara / El Ciudadano
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