Cosecha Roja.-
Los investigadores del crimen de Lola Chomnalez no descansan: deben averiguar de quién es la sangre que encontraron en la mochila de la adolescente. Saben que pertenece a un hombre pero no coincide con ninguno de los sospechosos. Todos los que habían sido indagados por la primera jueza de la causa quedaron libres de responsabilidad penal. Esta mañana declararon en el juzgado de Rocha otras tres personas
Según informó El Observador, el ADN hallado será cotejado con la base de datos de todos los procesados en el país. Desde 2011 el ministerio del Interior tiene un banco de datos de huellas genéticas con información de todas las personas que fueron juzgadas en algún tribunal.
Lola Chomnalez era argentina, tenía 15 años y veraneaba con la familia de su madrina en Barra de Valizas, Uruguay. El domingo 28 de diciembre a la tarde pidió permiso para ir a la playa y no volvió más. Apareció muerta dos días después, enterrada entre las dunas, asfixiada y con lesiones de un arma cortante.
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La semana pasada, cuando asumió Urioste en la causa, los investigadores encontraron la mochila Jansport rosa que llevaba la adolescente el día que desapareció. Estaba enterrada muy cerca de donde apareció el cuerpo. Adentro Lola tenía un pareo, un libro de Julio Cortázar que estaba leyendo, los documentos y 2500 pesos uruguayos, que faltaban.
El miércoles le hicieron una pericia psiquiátrica a un joven oriundo de Aguas Dulces, que fue interrogado por la jueza y liberado esta tarde. Mientras, los investigadores esperan el cotejo del ADN de los testigos y sospechosos que declararon en los últimos días con los datos genéticos hallados en las pertenencias de la adolescente. “Ahora creo que estamos más cerca de la verdad”, dijo a Télam el abogado de la familia Chomnalez, Jorge Barrera.
La justicia local reconstruyó el trayecto desde la casa hasta el lugar donde hallaron el cuerpo: Lola caminó casi cinco kilómetros por la playa, entre Valizas y Aguas Dulces. La jueza dirigió el operativo que buscaba saber qué hizo la adolescente antes de ser asesinada. Todo el recorrido estuvo cronometrado y la policía hizo varios allanamientos y citó a declarar a posibles testigos del caso.
Por el crimen diez personas estuvieron detenidas y fueron indagadas por la primera jueza de la causa, Marcela López. Entre ellas estuvieron la madrina de Lola, Claudia Fernández; la pareja de ésta, Hernán Tuzinkevich; y un albañil apodado “Conejo”: el rostro se parecía inicialmente a un identikit elaborado por testigos que vieron a un sospechoso en el lugar del hecho. Sin embargo, ninguno pudo identificarlo en la rueda de reconocimiento y el albañil fue liberado porque no había otras evidencias en su contra.
El cuerpo de Lola apareció después de dos días de búsqueda, el 30 de diciembre. Estaba enterrado en posición fetal, sin signos de abuso sexual, en un sector de dunas, muy cerca de donde la vieron por última vez. La familia viajó a Uruguay e identificó el cadáver. Los peritos que hicieron la autopsia dijeron que murió por asfixia y que tenía lesiones con un arma cortante. Lola fue enterrada en el cementerio de la Recoleta.
Para buscarla la policía local montó un operativo de 400 oficiales, un helicóptero y perros rastreadores. La investigación estuvo centrada en un área de pinares cerca del mar que no es muy frecuentada por turistas. El cuerpo apareció enterrado a 200 metros de la orilla y a 400 de donde la vieron a Lola por última vez. Estaba “tapado con arena” y no llevaba “mucho tiempo” en esa posición.
Barra de Valizas es un lugar de arena fina y clara que no mide más de 40 manzanas. Queda cerca de Cabo Polonio, en el departamento de Rocha. Algunos se animan a unir las dos localidades caminando: son horas de atravesar médanos.
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