Imagen: Federico Mercante
¿Cuánto ahorrarías por mes si pudieras dejar de comprar productos de gestión menstrual? ¿Y al año? Un proyecto de ley propone que el sistema de salud público y privado garantice la entrega gratuita de elementos para la gestión menstrual y que éstos contribuyan al cuidado del medio ambiente.
La iniciativa se basa en tres hechos que pretende derribar: la gestión menstrual es cara, antiecológica y está rodeada de mitos y estereotipos.
“Este proyecto viene a reconocer el derecho al acceso gratuito y universal para las mujeres y personas menstruantes, independientemente de su situación económica, y con un enfoque sanitario: para acceder a estos elementos van a tener que tener un control ginecológico anual, porque queremos que haya una relación con el sistema de salud que puede atender distintas demandas”, dijo a Cosecha Roja Carmela Moreau, asesora de la Jefatura de Gabinete e impulsora del proyecto.
Impacto económico y ambiental
Según un informe de Economía Femini(s)ta (2019), las mujeres ganan en promedio un 27% menos que los hombres. Y las toallitas y tampones pueden representar hasta el 10% de sus ingresos.
“Estoy convencida de que la libertad económica de las mujeres es una condición fundamental para generar equidad. Y para muchas de ellas, la gestión de la menstruación representa un gasto significativo”, dijo Moreau.
El proyecto propone que se entreguen de manera gratuita universal y obligatoria a toda persona menstruante que lo requiera toallas higiénicas reutilizables, copas menstruales, esponjas marinas menstruales, paños absorbentes lavables, ropa interior absorbente y todo aquel producto biodegradable o reutilizable.
Los fundamentos destacan que “cada año las personas menstruantes argentinas consumimos 10.140 toneladas de pasta fluff en productos desechables para la gestión menstrual y generamos 3.380 millones de unidades en toallas y tampones como residuo, que no son separados de la basura común”.
El tiempo de degradación de un tampón o una toalla es de entre 500 y 800 años. El reemplazo masivo de productos desechables impulsado por el Estado por opciones reutilizables reduciría la cantidad de basura, mejorando la calidad de vida de las comunidades. Y generaría la disminución de la demanda de celulosa, algo a favor de la causa contra el desmonte de bosques nativos.
Por esto, la iniciativa no incluye toallitas ni tampones descartables y establece que los ministerios de Ambiente y Salud deberán realizar “evaluaciones técnicas” para garantizar que los materiales utilizados en la producción de los elementos de gestión menstrual “cumplan estándares de protección ambiental”.
Además del daño que suponen hacia el medio ambiente, las toallas higiénicas y tampones descartables pueden representar un peligro para la salud: según un informe del Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA), de la Universidad Nacional de La Plata, en ambos productos se detectaron concentraciones de glifosato.
Para adquirir los elementos de gestión menstrual, el Estado deberá priorizar aquellos de industria nacional.
“Desde la justicia social, creemos que la meta es igualar. Entonces las mujeres y personas menstruantes no tenemos por qué cargar en nuestra economía un gasto extra”, dijo Moreau.
Menos mitos, más ESI
El último artículo del proyecto, que presentaron en el Congreso Nacional los diputados del Frente de Todos Nicolás Rodríguez Saa y Lucas Godoy, establece que el Ministerio de Educación debe incorporar en la Educación Sexual Integral contenidos referidos a la menstruación y el cuidado de salud menstrual desde una perspectiva integral y de género.
También debe promover la eliminación de los mitos y estereotipos en torno a la menstruación e incluir entre los lineamientos del Programa Nacional de Educación Sexual Integral la promoción del uso de los productos de gestión menstrual sostenible.