Por Lisandro Tosello
Fotos: Archivo La Voz
El campo olía a primavera. Delia Gerónimo Polijo había caminado unos cinco kilómetros desde la escuela hasta el paraje rural donde vivía. Y fue allí, quinientos metros antes de llegar a su casa en el monte, donde la vieron por última vez. A veinte meses de su desaparición la familia denuncia que la investigación avanza lenta. El único sospechoso del caso se suicidó sin decir que había pasado con ella. Y la familia piensa que no actuó solo: que detrás de él hubo gente más poderosa. Gente a la que favoreció el silencio.
Delia tenía 14 años y estudiaba en el colegio de La Paz, Córdoba. Por las celebraciones del Día del Estudiante el 18 de septiembre las autoridades liberaron a todo el curso antes de tiempo. Ella decidió caminar por la ruta provincial 205 hasta el paraje La Guarida, donde quedaba su casa.
La cámara de seguridad de la única estación de servicio de La Paz, de 1.200 habitantes, registró su paso poco después de las 16. Los vecinos la vieron salir del pueblo y luego, en la curva 1 del hipódromo, en plena zona rural, se perdió su rastro. Más tarde, la policía encontró en los pastizales la pulsera de cadena y una colita para el pelo que llevaba ese día. También había un par de aritos sin usar que había comprado en un negocio de La Paz.
Mario y Modesta, sus padres, todavía lloran cuando hablan de ella. Y se quejan porque la investigación no arroja resultados. “En todo este tiempo, ¿no se pudo avanzar en nada?”, se preguntan.
Lucrecia Zambrana, la fiscal que asumió en la causa en julio de 2019, dice que la investigación sigue abierta pero que por la pandemia de coronavirus “los procedimientos que estaban planificados para marzo y abril quedaron suspendidos pero no sin efecto”.
“La policía en la medida en lo que se puede va tomando testimoniales”, asegura.
Mario y Modesta no quieren ni pueden suavizar el dolor que les provoca la ausencia de su hija. El matrimonio, oriundo de Bolivia, se instaló en esa zona serrana en 1999. Primero fue en Luyaba. Trabajaron un año para un empleador que los estafó.
Luego se trasladaron a La Guarida para trabajar como jornaleros en un horno de ladrillos. Ahí nacieron sus seis hijos: Cristian, Nelson, Delia, María Elena, Romina y Elvis.
Antes de la cuarentena se movilizaban todas las semanas en la plaza de La Paz para exigir su aparición con vida. “Para La Paz, nos falta Delia” decían los carteles que pintaban con letras grandes y que acompañaban con una canción que gritaban con fuerza: “Vecino, vecina, no sea indiferente, se llevaron a Delia en la cara de la gente”.
***
Cuando la chica desapareció, su hermano Elvis tenía meses. Delia sabía cuidarlo y jugar con él para que sus padres trabajaran con los ladrillos.
Nunca volvía sola del colegio. Mario y Modesta todas las tardes hacían una pausa en sus trabajos para ir a buscarla a La Paz. La esperaban en la esquina de una farmacia y volvían en moto.
Ese 18 de septiembre enviaron a Cristian, el hermano mayor, a esperarla. Cuando el muchacho llegó no había nadie. Se acercó hasta la escuela y estaba cerrada. Preocupado, volvió a La Guarida para saber si su hermana estaba ahí. Y volvió a salir, pero no hubo caso. En esos seis kilómetros que separan el colegio de la casa de los Gerónimo Polijo nadie la había visto.
Días antes de su desaparición, la chica había sido elegida por sus compañeros para ser la reina del Día del Estudiante. “Luchi”, su mejor amiga, recuerda que se lo propusieron en un recreo. “La empezamos a alentar, cantamos su nombre y ella aceptó”, dice.
En un principio, Modesta pensó que su su hija podría estar en la plaza ensayando con sus amigas o en el club, aunque Delia no era de ausentarse sin avisar.
“Mi hija iba a todos lados conmigo, no era una chica de andar sola e ir con otras personas sin avisar”, cuenta su madre.
El 18 de septiembre, a las 20, Mario Gerónimo radicó la denuncia por la desaparición en la comisaría de La Paz.
***
En las primeras horas de la ausencia de Delia se empezaron a tejer versiones y desparramar rumores sobre cómo era. Que quería otra cosa para su vida. Que era de una manera dentro de la escuela y fuera de otra. Que se hacía peinados. Que se había tomado un colectivo en la plaza de La Paz y se había ido del pueblo por su propia voluntad.
No son pocos los vecinos que aseguran que esos comentarios salieron del mismo colegio en donde estudiaba Delia. Lo cierto es que la chica desapareció a pocos metros de su casa en La Guarida y los testimonios de sus compañeros de curso resaltaron que era estudiosa, alegre y solidaria.
Mario recuerda que la policía en los primeros encuentros lo apuraba. “Me preguntaban qué pensaba yo sobre el paradero de mi hija. Nosotros conocemos a Delia. Ella no tenía ese carácter que quisieron instalar. Era una chica que sólo conocía La Paz. Siempre estaba pegada a nosotros”.
Una denuncia por violencia de género el 23 de diciembre de 2018 produjo un vuelco en el caso. Cansada de los golpes, Anabel, una vecina de Delia en La Guarida, denunció a su pareja, Mauro Martínez (27), por amenazas de muerte. Y dijo que él estaba vinculado con la desaparición de la chica.
Ese mismo día entregó en la comisaría una cadenita con un corazón partido y otros elementos. La cadenita era de Delia.
Anabel contó en una entrevista televisiva que en una pelea que tuvieron le dijo que “la iba a matar como a la boliviana”.
“Él estaba chupando y drogándose. Tenía un puñal, me dijo que me iba a matar como lo hizo con Delia”, sostiene.
En esa entrevista la mujer rompió en llanto. Agregó que Martínez la hostigaba y le decía que iba a arrojar su cuerpo en el “pozo balde” -perforaciones de agua- de “Pinocho”, como lo hizo con Delia y que los radares no la iban a encontrar.
“Anabel prestó declaración y ha sido entrevistada en varias oportunidades. Pero no hay nada en contra de ella al menos hasta ahora”, explica la fiscal Zambrana.
Tras la denuncia de la mujer, la Policía fue el 24 de diciembre a la casa de Martínez a detenerlo. Lo encontraron ahorcado de un árbol en el medio del monte.
La Policía de Córdoba buscó el cuerpo sin vida de Delia. Los rastrillajes en “pozos balde”, de 50 metros de profundidad, no arrojaron resultados en estos meses. Tampoco se conoce con precisión cuántos hay en la zona donde desapareció Delia.
***
Mauro Martínez tenía dos hijas junto a Anabel y vivía en el paraje La Guarida. Era vecino de la familia Gerónimo Polijo. En algunas oportunidades, supo trabajar haciendo changas en los hornos de ladrillo del lugar. En 2018 había entrado a trabajar en la recolección de residuos de La Paz y tenía antecedentes por lesiones graves.
En julio de ese año había herido con un cuchillo a un amigo. Pertenecía a una familia que para muchos vecinos de la zona aparece como problemática. Incluso, algunos sostienen que en el pueblo contaba con apoyo político, ya que sabía “juntar votos”.
La muerte de Martínez abrió muchos interrogantes en torno a Delia. Aunque todavía ninguno pudo ser respondido. La versión de que la adolescente habría estado secuestrada en una casa rural en el paraje Corralito Abajo -no lejos de La Guarida si se camina por senderos de campo- cobró fuerza a mediados de 2019.
La casa era la de Nieves Domínguez, una anciana sola que murió hace unos meses. La casa había quedado al cuidado de unos amigos de Martínez y era usada, según trascendió, para hacer fiestas clandestinas.
Carlos Nayi, el cuarto abogado en representar a los Gerónimo Polijo, dice que la línea de investigación gira en torno a Mauro Martínez pero al haberse suicidado está extinguida la acción penal.
Raúl Castro, el exfiscal, lo había imputado por la desaparición de Delia. Zambrana, la fiscal actual, investiga otras líneas para encontrar otros responsables.
“No se agota la responsabilidad en Mauro Martinez. Hay otras personas que pueden tener otros niveles de participación en el caso de Delia, con reproche penal severo”. dice Nayi.
Delia sigue desaparecida. Y esa incertidumbre cala hondo en los sentimientos de los Gerónimo Polijo. Mario se res/igna; Modesta tiene un hilo de esperanza. “Todo esto es muy triste para nosotros”, repite el hombre con la mirada perdida, y concluye: “Nadie nos habla de nuestra hija. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con esto?.
Esta nota fue producida en el marco de la Beca Cosecha Roja y publicada también en el Diario La Voz de Córdoba