Abraham Hilario tenía un modus operandi: atacaba a sus víctimas de atrás, las ahorcaba hasta dejarlas inconscientes y después las violaba. La mayoría eran prostitutas: él les pedía un servicio y les decía que no tenía plata para pagar un hotel, pero que podía llevarlas en su moto a otro lugar. Ese lugar siempre era un espacio público: una plaza, la vereda o la calle. Ahí las atacaba.
La Policía de Santa Fe también tenía un modus operandi: convencer a las víctimas de que no hicieran la denuncia.
-Es mucho papelerío- le dijeron a una.
-Te conviene no denunciar, sos trabajadora sexual- le sugirieron a otra.
Y a otras directamente le recomendaron que se vuelvan a sus casas.
A pesar del intento de los policías por desalentarlas, nueve mujeres denunciaron a Hilario, de 36 años, entre febrero y octubre de este año. Después de una investigación y de una rueda de reconocimiento, la fiscal de la Unidad Fiscal de Violencia de Género, Familiar y Sexual (GEFAS), Jorgelina Mosser Ferro, lo imputó como autor de ocho abusos sexuales y otro en grado de tentativa.
A los pocos días Hilario quedó detenido con prisión preventiva.
El rol de la policía
En una de las audiencias, que fue reconstruida por la periodista Barbara Favant de Diario UNo Santa Fe, la fiscal de Delitos contra la Integridad sexual de Santa Fe, Alejandra Del Río Ayala, criticó el accionar policial.
La jueza Susana Luna lo tuvo en cuenta y lo puso en la resolución de la prisión preventiva: “Esta situación las pone en mayor vulnerabilidad. Las ponemos en una situación de no creerles. No les creyó la policía, no les creyó la primera investigación, si no les cree la Justicia qué sentido tiene. La Justicia les va a creer, vamos a seguir investigando, necesitamos que esas mujeres lleguen a etapa de juicio. Estamos hablando de nueve víctimas, puede haber más”.
Luna también habló de la vulnerabilidad de las mujeres abusadas. Dijo que no sólo fueron víctimas del imputado, sino que muchas de ellas ya lo eran de explotadores sexuales a lo que se sumó la violencia del Estado. “Están expuestas, como lo señala la investigación, a la violencia institucional que tiene que ver con prejuicios y estigmas donde hasta la misma policía las induce a que no hagan la denuncia”.
Y también reconoció que deben ser respetadas como trabajadoras sexuales. “Ese prejuicio que tiene el otro se lo terminan instalando a las víctimas y en el fondo terminan sintiéndose culpables de la propia actividad que hacen. El hecho de tener esa vida, quizá por no tener otras posibilidades o quizá por una elección, no significa que no tienen el derecho de trabajar y vivir como quieran. Y tienen el derecho a que se respete sus tareas, su labor, y lo que quieran hacer con su cuerpo voluntariamente. Se me respeta, se me paga por eso, es mi decisión. Los hombres tienen que respetarlo, y si no lo respetan se enfrentarán al sistema penal”, dijo en su resolución.
Los nueve casos
El primer caso fue el 14 de febrero y la víctima es una trabajadora sexual. Además de violarla, le robó el celular y 1500 pesos. Fue en la zona de la Cruz Roja.
El segundo caso fue el primero de marzo. La víctima también era trabajadora sexual, tiene 18 años y es la única sostén económica de su bebé. Cuando se despertó del desmayo y se dio cuenta de que Hilario también le había robado, salió a perseguirlo. Ella fue una de las que intentó denunciar y la policía le recomendó no hacerlo. La llevaron a su casa y al otro día tuvo que ir al hospital por las heridas.
El 12 de mayo la elegida fue una adolescente que la Fiscalía sospecha que además es explotada sexualmente por otro hombre.
El cuarto caso, el 30 de agosto, quedó registrado en una cámara de seguridad de la zona. La víctima es una enfermera que salió de trabajar alrededor de las 22.30. Cuando vio venir a un hombre en moto, pensó que le iba a robar. En las imágenes se ve cómo Hilario la sorprende, la ahorca y luego abusa de ella.
El 4 de septiembre Hilario volvió a atacar a una trabajadora sexual en la plaza frente a la Cruz Roja. Ella hizo la denuncia acompañada de otra trabajadora sexual que también fue atacada pero no pudo registrar la denuncia porque no recordó la fecha ni el lugar. Pero aportó un dato clave: la patente de la moto.
La sexta víctima, del 21 de septiembre, terminó internada en el hospital por los golpes que recibió. “Me pegó tanto que creyó que me había matado porque escuché que dijo «uy, la puta madre»”, dijo ella. La séptima mujer fue víctima en dos días diferentes en la plaza cercana al Colegio Verna.
El 13 de octubre volvió a atacar. La víctima es otra de las mujeres que no fue atendida por la Policía. Cuando despertó, no tenía su ropa interior blanca.
El último de los casos denunciados fue el 3 de noviembre. Y es el que disparó el allanamiento en la casa de Hilario y su detención. La mujer lo señaló inmediatamente en la rueda de reconocimiento.
En la casa de Hilario, encontraron el DNI de una persona que no saben quién es y la ropa interior blanca de una mujer.