Miriam Maidana – Cosecha Roja.-
“Sabés que se fue, que no va a volver…”
La escena relatada es más o menos así: un barrio que no se debe pisar, la “violación” de la prohibición, adentro un grupo de mujeres toma mate y comen tortas fritas, llovizna, gritos, cuatro puntazos, pies que corren, espaldas envueltas en colores, un cuerpo desangrado en la vereda. Cuando un barrio no se debe pisar a veces suceden estas cosas.
“Mirando como lo acariciaba el suelo/
En un azul con fuego quemó los frenos…”
La beba está tirada en la cama. Tiene ropa de varón, le queda grande. Thalía no la mira. “Me saca espacio de la cama, no la quiero”.
La beba sin nombre duerme: hace dos días su papá fue enterrado. Thalía comenzó con contracciones casi cuando se tiraba encima del cuerpo ensangrentado de Braian, que aún no estaba frío. Las mujeres dejaron el mate y las tortas fritas y no lograban, entre las cuatro, levantar a Thalía del abrazo. Hasta que una de ellas vio el líquido mojando las piernas de Thalía: había roto bolsa. Sin crédito en el celular, la mujer llamó al vecino remisero para que llevara a la chica al hospital. Luego verían qué hacer con Brian.
La beba casi nace en el coche del remisero, que estaba medio dormido y bastante asustado. Pero no. Ingresó por la guardia de urgencia y parió una niña de 2,9 kilos que tardó 22 minutos en llorar. “Si Braian hubiese estado conmigo no tendría dudas que la pibita era suya: vagancia para todo, hasta para llorar”.
“Cerré la puerta al fin, llegaba el día/ y se trababa un algo en un cerrojo: algo del corazón/ gritó ahí afuera…”
Thalía no puede más del dolor. Desde que conoció a Braian su vida se revolucionó. Siempre fue tímida, metida para adentro, “de su casa”. La mamá trabajaba día y noche, el papá murió de cirrosis, los hermanitos más chicos eran su responsabilidad. Una tarde, mientras buscaba a Yonni que siempre se escapaba para no ir al colegio, se cruzó con Braian. El muchacho llevaba dos días fuera de la cárcel, estaba feliz. Él le llevaba diez años. “No sé qué me pasó con él: una vez que lo ví fue para siempre. Me enamoré. Yo nunca le dí bola a nadie, pero él era distinto. Hasta me cambió el nombre. Decía que yo era igualita a Thalía en María la del barrio, porque como andaba todo el día atrás de mis hermanitos siempre estaba despeinada, vestida así nomás, pero que era hermosa, como Thalía. Y ahí me quedó el nombre, el otro no me importa.”
La pérdida de la virginidad y el embarazo acontecieron al mismo tiempo. Suele suceder en las novelas y, a veces, en la vida real.
“Noche de estrellas fugaces / milagros
que salpican el horizonte”
“Braian siempre fue sincero conmigo: él quería ser padre lo más pronto posible. Era como si presintiera. ¿Usted sabe qué es eso?”
Y Thalía, enamorada, confirmó al poco tiempo que esperaba un bebé. Braian quería un varón, ella se convenció de que era varón. Siguió cuidando a sus hermanitos porque Braian era una presencia/ausencia: de golpe se perdía, pero cuando volvía traía con chocolates y mimos. “Yo sabía que él se metía en problemas, encima mi mamá no lo podía ni ver. Me decía que me iba a contagiar quién sabe qué cosa, que había estado en la cárcel muchos años, que se la tenían jurada. Yo le decía a Braian que no me importaba nada, que yo lo iba a ayudar a cambiar, que se cuidara, que íbamos a tener a Braian junior, que podíamos pedir un terreno, que ya no estaba solo. Él me abrazaba, me besaba y se iba. Cuidá al pendejo, Thalía. Y se iba”.
“Cerré la puerta al fin, llegaba el día/y se trababa un algo en el cerrojo…”
Un día la madre de Thalía se cansó y la puso a elegir: o se quedaba y se olvidaba de Braian o se iba. Se fue, claro. Y Braian pisó el barrio que no debía pisar. El resto de la historia es conocido.
“No es mi hija. Yo esperaba un varón, me la deben haber cambiado”.
Pocas veces el trabajo hospitalario se nos hizo tan duro. Las enfermeras consideraban que lo mejor para la bebé era que no estuviera con la madre. Otros servicios hospitalarios pedían “garantías” de que la niña estaría bien para darle el alta con la madre. Las voluntarias instaban a amamantar a una chica que ni podía mirar a su hija. Y ahí sobrevino el análisis: Braian no solo la había desvirgado y embarazado, también le había transmitido HIV. La entrevista con la madre de la adolescente fue brutal: “Yo sabía, él había estado preso desde chico. Ahora que se joda”.
El primer problema resuelto fue el no amamantamiento: hablamos con voluntarias y enfermeras. Infectología hizo lo suyo (la beba dio negativa) y comenzamos a trabajar para ponerle un nombrar a la beba. Dio resultado, de a poco se fue acercando a ella. Esto es un clásico hospitalario: como los parámetros de alta son puramente médicos, no hay tiempo para construir el vínculo cuando hay dificultades. Thalía vio morir al novio, entró al hospital, tuvo una niña (cuando estaba convencida que era un varón) y se enteró de que era portadora de HIV.
Después de mucho trabajo, estuvo internada por un tiempo, asistió a los controles en Infectología, se amigó con la madre.
Un día llegamos al hospital y ya no estaba. En Infectología le habían pedido que comenzara con el esquema de medicación para controlar su HIV. Le habían pedido que viviera.
Notas:
- Los fragmentos de canciones son de Acorazado Potemkin: “Sabés” y “Pintura Interior”, del Cd Remolino. Acá más info: https://www.facebook.com/pages/Acorazado-Potemkin/102965129777489?fref=ts
- En los barrios suele ser común “prohibir pisar” a alguien que se considera “en problemas con el barrio”. A veces por peleas, por robos, por situaciones amorosas, por diferencias futbolísticas. A lxs que les interese la temática, es muy recomendable el libro “Chicos en Banda”, de Cristina Corea y Silvia Duschatsky. Aquí una síntesis: http://textosdepsicologia.blogspot.com.ar/2011/04/duschatsky-s-corea-s-chicos-en-banda.html
- G., el padrino de Thalía, había muerto hacía dos años de Sida. Thalía y su abuela lo habían cuidado desde que se enteraron del diagnóstico. La esposa lo había abandonado inmediatamente y se había llevado a su hija. Thalía tenía un único tatuaje en el cuerpo: el nombre de su padrino. Después le tocó a ella ingresar en el Plan de medicación: sólo necesitaba tiempo para tramitar el dolor.
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