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Carina Ortiz, Cosecha Roja-. En la 11° Conferencia Nacional sobre Políticas de Drogas, un panel debatió sobre “Drogas y Seguridad”: todos coincidieron en desvincular la problemática de las drogas de la cuestión penal y la necesidad de eliminar el estigma criminal impuesto al usuario. Los panelistas resaltaron el fracaso de la política bélica y la injerencia estadounidense en el tema. A la vez invitaron a pensar la problemática de las drogas como un fenómeno en sí mismo, sin personalizarlo en el usuario.

El primer expositor del panel fue Félix Croux, titular de la Procuradoría Adjunta en Narcocriminalidad, quien hizo referencia a los hechos de violencia y el consumo de drogas. El letrado refirió que si bien socialmente se suele relacionar el uso de drogas con la comisión de un delito ello no puede afirmarse de manera científica u objetiva. Muchas veces la víctima de un robo supone que el autor de ese hecho se encuentra bajo los efectos de las drogas pero es una percepción. Aunque aclaró que ello no significa que el autor del hecho violento no esté bajo los efectos de los estupefacientes, sino que ese dato no puede confirmar. Ello genera que el sistema quede condicionado a la subjetividad de la víctima y a la cifra negra del delito, es decir a aquella que no ingresa al sistema formal.

El abogado sostuvo que existen otros consumos que generan grandes perjuicios como la ingesta de alcohol y el tabaquismo. Respecto a la primera señaló que en los accidentes de tránsito existe una conexión directa entre el alcohol y la gravedad del siniestro. Mientras que el tabaquismo está estrechamente vinculado a las cardiopatías, aunque este consumo no es percibido como un problema criminal sino de salud. Croux resaltó su pretensión de “hacer una separación tajante entre el fenómeno de sustancias y la cuestión penal “. Sostuvo que “flagelo” y “guerra” son los términos que utiliza el Estado en esta problemática y agregó que la reacción penal es siempre una reacción brutal, con respuestas muy primitivas frente a la complejidad social. Y afirmó que hay que pensar la cuestión desde el fenómeno en sí y como la sociedad se vincula con ese fenómeno.

Brígida Renoldi, antropóloga e investigadora del CONICET, hizo referencia al vocabulario estigmatizante que se utiliza en el tratamiento de la problemática de las drogas, sobre todo en los medios de comunicación. Habló del fracaso de la política bélica que se aplica al tema y la falta de visión en torno a las drogas como un problema de mercado. La antropóloga misionera refirió que las políticas de drogas se focalizan más hacia los no usuarios que a los usuarios e hizo mención a la vulnerabilidad del consumidor de sustancias frente al sistema.

El tercer panelista fue el periodista Carlos del Frade, que focalizó su disertación en las víctimas del sistema imperante en el tema. El escritor habló de la injerencia de Estados Unidos en esta problemática y la fragilidad de los jóvenes usuarios de drogas, sobre todo en lugares carenciados donde la lucha por controlar el territorio termina con la vida de “los pibes”. Del frade hizo referencia a la complicidad política y policial en el tema y al caudal económico que manejan quienes controlan el mercado de las drogas, a modo de ejemplo refirió que en la ciudad de Rosario el presupuesto municipal es similar al ingreso anual por la venta de estupefacientes y concluyó en la necesidad de tener una participación activa en el tema y de “decir la verdad con nombre y apellido”.

Por último el presidente de la Comisión Provincial por la Memoria Hugo Cañón, quien hizo las veces de discutidor en el papel, resumió la postura de los disertantes y coincidió en varios conceptos, entre ellos, la aparición de la DEA como una forma de colonización moderna y la injerencia de Estados Unidos en las políticas estatales. El abogado sostuvo que de los 30 mil detenidos que hay en la provincia de Buenos Aires, la mayor franja de internos son mujeres que en la cadena de comercialización de drogas, se encuentran en el último escalón “el menudeo”. A lo que agregó que en los últimos años se produjo un cambio en el reparto de recursos ilegales dentro de policía donde esos ingresos se acaparan en las altas esferas.